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Mostrando entradas de 2020

Superhéroes

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Con mi padre bombero y mi madre voluntaria en un hospital pasé mi infancia pensando que mis viejos eran una especie de Superhéroes venidos de algún planeta lejano a rescatar a la humanidad entera. Los padres normales después del trabajo iban al fútbol, de compras o simplemente se dedicaban a descansar los míos en cuanto podían se uniformaban y salían a combatir el mal. Por un lado salía mi padre con su traje y casco a toda prisa para llegar a tiempo para apagar un incendio y por el otro salía mi madre impecable con su placa de identificación como Dama Voluntaria a pasarse la tarde visitando enfermos.  Como si fuera poco en cuanto caía el aguinaldo corrían al super a comprar comida y regalos para familias necesitadas y estábamos más que habituados a que los fines de semana mi madre interrumpiera su almuerzo para atender la llamada urgente de alguna amiga deprimida, "Si uno lo hace, ¿quien lo va hacer? solía repetir cada vez que protestábamos por la interrupción.  ¿Estaban locos o q

A pesar de todo

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Decía una rabina que el gran milagro de Janucá no fue que una ínfima cantidad de aceite alcanzara para encender las luminarias del Templo durante varios días sino que alguien, en las peores circunstancias y con recursos limitados se hubiera atrevido a realizar esa tarea cuando lo recomendable era simplemente no intentarlo y ser "realista" y ni siquiera intentar encender una sola de las velas, pero lo hizo y la historia cambió. Tras la muerte de mi padre por un infarto y menos de tres meses después la de mi madre por COVID he pasado pensando en si la vida tiene sentido, en si merece la pena vivirla en las peores circunstancias y con un dolor tan profundo que me resulta imposible llorar, ¿Vale la pena seguir adelante? ¿Se puede seguir soñando aún después de una tragedia? ¿Se puede creer aún que la vida es maravillosa? ¿Que el Eterno es generoso y nos mira con bondad después de todo? En estos momentos de mi vida no tengo la certeza de nada pero pienso en mis viejos, en mis abuel

Decía mi madre

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Decía mi madre que no, que cuando uno se siente peor tiene que estar mejor. Que la gente comete siempre el mismo error: se divorcian, se abandonan por completo. Se quedan sin trabajo y se visten con harapos, están tristes y se deprimen aún más haciendo cosas que los depriman. Que no, que no es así como se enfrenta la vida. Cuando uno se siente peor hay que estar mejor y para muestra me re-contaba su historia, el tiempo en que ella lo pasó fatal porque mi padre por una cadena de errores no solo perdió su trabajo en el Banco sino que tuvo que enfrentar un largo un juicio en el que no se sabía si iba a salir bien, todo eso en el marco previo de una crisis matrimonial, "No podía estar en peor situación, quería morirme todos los días pero no".  Decía mi vieja que lo normal, y lo que todo el mundo esperaba, era que estuviera hundida, que anduviera hecha una tristeza suplicando caridad pero que no, que no podía darse el lujo de tirar la toalla porque tenía tres bocas que alimentar,

Sobrevivientes

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  A cualquiera que esté desanimado le recomendaría compartir un rato con cualquiera de mis dos grupos de alumnos que he tenido estos últimos días.  Todos con al menos un 33% de discapacidad orgánica o física, eso significa que son personas que en algún momento de su vida la han pasado -o la están pasando- super mal porque tuvieron un accidente laboral, o les dio alguna enfermedad o  porque simplemente nacieron así y tuvieron que conformarse. Todos a su manera son sobrevivientes de dramas que ponen la piel de punta a cualquiera, han tenido que renunciar a sus planes originales, quizá a un estilo de vida, han tenido que sacrificarse sin saber muy bien los porqués. Sin embargo los he tenido a lo largo de un mes sonrientes, haciendo bromas, aprendiendo un poco cada día más porque NO quieren ser carga para nadie y su gran sueño es conseguir un trabajo que se adapte a sus necesidades y en que se les respete como profesionales. Los más optimistas y más aplicados: dos chicos con parálisis cere

Las caderas de Tom Jones

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Cuando Tom Jones salía por la tele el mundo de mi vieja se detenía. Daba igual que tuviera las patatas al fuego o que estuviera en mitad de una conversación importantísima, si por la pantalla aparecía el Tigre de Gales con su vozarrón, moviendo sus caderas con sensualidad, cualquier cosa podía esperar. "¡Qué hombre! ¡Qué voz! ¡Qué forma de bailar!" mi madre suspiraba y daba pasitos de baile mientras escuchaba canciones como  "It's Not Unusual" "She is a Lady" "Delilah" o se emocionaba profundamente con " My yiddishe mama". Frank Sinatra era muy aburrido, Elvis Prestley demasiado joven, Demis Roussos cantaba bien pero no se meneaba como su ídolo que en cada presentación cosechaba desmayos, aplausos y los eternos elogios de mi vieja que siempre estaba a punto de declararlo "Patrimonio de la Humanidad" y de hacerlo un monumento. Imposible no pensar en ella cada vez que escucho algunas de sus canciones, imaginármela sonriendo

El empleado del año

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Hace muchos años una empresa de trabajo temporal con la que llevaba años colaborando me escogió como uno de los empleados del año. Éramos un grupo de 30 empleados que habíamos recibido calificaciones muy altas por parte de las empresas clientes. Como de costumbre, cuando recibí la notificación me lo tomé a guasa, siempre me había reído de las fotografías de los "Empleados del Mes" en las Mc Donalds y me parecía surrealismo puro y duro que me rindieran "homenaje" por grabar datos en una constructora, un trabajo y un lugar muy lejos de lo que había aspirado en mi vida. De ninguna forma pensaba asistir a una actividad tan hortera y de mal gusto pero no pude resistir la tentación cuando recibí la invitación y leí en letras mayúsculas: "POSTERIORMENTE A LA CEREMONIA SE SERVIRÁ UN CÓCTEL", un reclamo que a lo largo de mi vida me ha hecho -y me hace- resistir y aguantar estoicamente cualquier discurso o ceremonia, si hay vino y tapas de por medio, soporto lo que

El bolso mágico

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  Tras morir mi madre y abrir su armario lo primero que encontré fue su bolso. Mi primer sentimiento (ilógico) fue de congoja: mi vieja se había olvidado su bolso!!¿Cómo se las iba apañar sin él? No podía imaginarla sin aquel compañero inseparable. Daba igual que fuera a visitar a una vecina del barrio o a una cita médica, nunca estaba completamente lista si no tenía colgado su bolso, ese artilugio mágico del que podía salir cualquier cosa y que durante mi infancia había sido el único sitio seguro en el que podía guardar mis tesoros: desde una fruta a medio a comer, y que quería saborearla más tarde, hasta una postalita de algún álbum que estaba haciendo, si se los daba a mi vieja para guardarlos por que estábamos en la calle podía estar tranquilo, nunca se me perderían y a la hora de dormir me los encontraría sobre mi mesa de noche.  Con el paso del tiempo de ese bolso mágico siguieron saliendo las cosas más variadas desde una pastillita para el dolor de cabeza hasta un caramelo de me

Reina a la fuerza

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Contaba mi madre que a regañadientes y por insistencia de su tío Eladio, que era líder comunitario y dueño de la pulpería más famosa del barrio, aceptó ser candidata al reinado de belleza de su pueblo. No estaba muy contenta que digamos pero la verdad que era muy sencillo: solo tenía que vender boletas de participación entre sus conocidos, ir a un par de actividades protocolarias y asistir gratis al baile inaugural de los Festejos Populares, ni tan mal. Lo que no contaba mi vieja es que entre mi padre y la prole de tíos y primos que tenía iban a vender todas las papeletas en un santiamén y se iba a convertir en Haydée I, flamante Reina de las Fiestas de Zapote, título con el que apareció en toda la publicidad del baile de coronación con "orquesta y cena" que, con foto suya incluida, se empapeló todo el pueblo.  Como toda reina  para su coronación necesitaba un vestido digno, así que a toda prisa la costurera del vecindario le hizo un vaporoso vestido que para sorpresa de todo

Como un bolero

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Mi madre nunca me cantó canciones de cuna. No sé si era porque no le gustaba o no se las sabía pero a cambio, me cantaba boleros. Así que mientras otros niños escuchaban canciones de angelitos, de nubes rosas, pegasos volando en un cielo siempre azul mi madre me cantaba historias de grandes amores, de gente que se quería mucho, que tenían un corazón de melón y que daban besos que sabían a gloria, que tenían un amor puro que había nacido desde lo más profundo del alma, de amores imposibles que ni la misma muerte era capaz de destruir, de enamorados que prometían convertirse en ángeles guardianes de su amada en caso de irse de este mundo. Desconozco si fue una estrategia deliverada de mi vieja para que fuera un poco más despierto y sensibles que otros "guilillas" en temas del amor pero lo que si ha logrado es que ahora que el destino decidió separarnos todos los boleros del mundo me la recuerdan, soy incapaz de escuchar una canción sin evocar su mirada, su risa y la suavidad de

Para que nadie sufra...

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Abajo, una entrevista en la que cuento lo que pasamos con mi madre.  Algunas aclaraciones:   -En ningún momento estoy criticando el trabajo de médicos y enfermeras. Sé que mi madre estuvo bien atendida y conociendo como tratan al adulto mayor en este país en los hospitales, posiblemente me la chinearon bastante.       -Mi tesis es muy simple: en un época en donde hasta los Consejos de Ministros son vía Zoom y los médicos pasan consulta por Whastapp no se justifica impedir en forma absoluta la comunicación con el paciente (sino directa, al menos con intermediarios). Los psicólogos pueden explicar mejor la importancia que tiene para un paciente el apoyo familiar en procesos de enfermedad sobre todo en fase terminal y cómo puede aliviar el estrés del núcleo familiar el tener noticias claras y frecuentes sobre el estado del paciente.  -Los protocolos son los protocolos. Sí, pero quienes los hacen son humanos y se están aplicando a seres humanos en situación de extrema vulnerabilidad. Mi

¡Bingo!

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Mi madre no podía creérselo: por primera vez en su vida había ganado un bingo y a cartón lleno. En cuanto puso la última ficha soltó un "Bingoooooooo" desde el fondo de la gradería del gimnasio mi Instituto, donde se realizaba la actividad benéfica. Como decía que en su vida tener cualquier cosa le había costado mucho esfuerzo ese día se vino arriba, así que entre gestos triunfales -solía levantar los brazos y contonearse-  y los aplausos del público, gloriosamente se abrió camino por entre la multitud, no podía creer la suerte que había tenido. El premio, anunciaba el presentador, era una sorpresa gentileza de uno de los patrocinadores. Mi vieja recorrió todo el camino pensando en que a lo mejor era unas merecidas vacaciones con todo pago en San Andrés, que por entonces estaba de moda como destino vacacional de la clase media,  o a lo mejor una enorme canasta de víveres de esas que adornaban la entrada y que estaba llena de cositas que le gustaban a la familia o un vale para

Adiós amor adiós

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  Durante muchos años la banda sonora de mi vieja fue Demis Roussos. Solía escucharla por las mañanas, mientras se alistaba para el trabajo y los fines de semana. En medio de ese taconeo incesante, ese ir y venir  para preparar su almuerzo y dejar la casa medio arreglada, siempre le pedía a mi padre que le pudiera su disco. Antes de tener el LP mi él le había grabado una cinta en la que siempre que comenzaba el "Si tengo que morir..." se escuchaba la identificación de la emisora "Titania". Yo solía gastarle bromas a mi vieja con eso y a veces intentaba cantársela con el "Titania" de por medio y ella se reía. A mí me encantaba verla sumida en ese trajín, poniéndose guapa mientras taradeaba sus canciones favoritas y suspiraba por "ese gordo precioso" que tenía la mejor voz del mundo y con el que, según ella, se habría casado feliz de la vida.  Mi madre no tiene ni 24 horas de haberse ido y aquí estoy yo, llorándo a mares mientras escucho el estribi

Herencia

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Dicen que para amarse a sí mismo lo primero es mirarse a través de los ojos de quienes nos han amado con profundidad porque solo el amor es capaz de traspasar todos los muros que con el tiempo nos hemos creado, fronteras infranqueables que nos separan de los demás y del propio universo. Son esas miradas las que más nos acercan al misterio de la vida, a  quienes realmente somos y a la forma en la que nos ven los ángeles. Nos miramos y juzgamos con demasiada severidad pero ellos no, saben mejor que nadie que somos efímeros, que estamos hechos de la misma materia de las estrellas. Imposible pensar en eso y sin recordar a mi viejo y en cómo le brillaban los ojos cada vez que me miraba, daba igual que le dijera que me iba mal en la vida, siempre había en ellos alegría y mucha, mucha esperanza, parecían ventanas en las que se colaban los duendes para divertirse con mis travesuras de niño o con mis historias de adulto, para desearme suerte en mis idas y venidas.  Quizá la mirada suya y de qui

Viajeros siderales

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El bien más preciado de mi viejo era su carrito blanco. Lo chineaba con esmero, le encantaba andarlo impecable por dentro como por fuera y más conducirlo. Se montaba al volante y no había mejor ni conductor más orgulloso que él, a diferencia de muchos que pasan quejándose de lo difícil que se había vuelto conducir por estas calles, mi padre disfrutaba enormemente, era simplemente feliz yendo de un lado a otro haciendo sus recados diarios y viendo el mundo desde su carrito blanco.  A mí encantaba acompañarlo porque era "nuestro momento", cuando podíamos hablar de nuestras cosas, casi siempre anécdotas familiares o de su niñez o simplemente ir en silencio escuchando sus programas de radio preferidos o sus canciones del alma, como "Despedida" de Daniel Santos, "Amazing Grace" y por supuesto, como buen fan de la II Guerra Mundial, cualquier pieza de Glen Miller.  A veces aprovechábamos nuestra rutina de recados cotidianos para hacer una parada técnica y

Mi gran noche

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Fue allá por 1975 cuando mi padre me acompañó a participar en un programa de TV que se llamaba algo así como "Las Noches Millonarias", donde nadie se va con las manos vacías, y que era conducido por un famoso presentador de la época, Carlos Alberto Patiño, nada más y nada menos. Imposible ser más afortunado, pensaba yo, el día en que me llamaron para invitarme a participar. La verdad que había costado un mundo porque había tenido que rellenar no sé cuantos cupones en los supermercados. Aún desconozco las razones que yo, con solo 9 años, tenía para participar en un concurso que había visto pocas veces en mi vida y que siempre me resultaba aburrido pero ahí estaba yo, en medio del plató, estrenando ropa de la Diorvet, con las mejores marcas y al mejor precio, participando mano a mano con dos ancianos de 30 años sabelotodo y yo muerto de coraje porque no me había ganado pero ni un triste carrito de plástico de Almacenes Rodolfo Leitón, llevando alegría a todos los niños de

De incógnito

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Como era mi primera vez en esa sinagoga de Tel Aviv y no conocía a nadie decidí que ese día en el que se celebraba Simjat Tora,  mantendría un perfil discreto e intentaría no llamar demasiado la atención. Mi plan original: entrar por la puerta de atrás, sentarme en la última fila -y en el rincón más apartado-, escuchar el servicio y a lo sumo en una hora volver a casa. Sin embargo no contaba con mi tradicional "mala" suerte que siempre condena al fracaso cualquier plan que haga, da igual de lo que sea, tal y como empecé a comprobar al poco de llegar. Como la entrada principal estaba atestada de gente no tuve más remedio que hacer mi ingreso por la cocina, por la puerta donde entraban los de siempre. Me sentí bastante aliviado que nadie notara mi presencia y que tan solo una mujer , sin mediar palabra,  me diera una bandeja de comida indicándome llevarla al salón principal. Así que hice mi entrada triunfal en mitad del salón, con una bandeja en la mano y abriéndome espacio

Un bombero de los de antes

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Hace unos años mi padre me había comentado que estaba escribiendo sus memorias de bombero  y que cuando estuvieran adelantadas me las enseñaría para ver que me parecían. Nunca más volvimos a hablar del tema.   Tras su funeral me acordé del tema y busqué en su ordenador: me encontré estos dos folios...no dicen mucho o a lo mejor lo dicen todo.   MIS MEMORIAS LUIS GUILLERO MENDEZ BOLAÑOS Foto tomada  en la PLAZA KILOMETRO UNO un domingo (no recuerdo la fecha) luego del entrenamiento mensual  que teníamos. Yo soy en la fila de atrás el segundo de derecha a izquierda (o sea junto al Cabo  Eugenio Molina) Miembro del BENEMERITO CUERPO DE BOMBEROS DE COSTA RICA, como BOMBERO VOLUNTARIO, desde Junio de 1957 hasta Febrero de 1978. Pero antes estuve como “Aspirante” a voluntario en la Sub-Estación de Barrio Luján bajo el mando del Capitán José Luis Monestel y del Teniente Franklin Meléndez para luego pasarme a la ESTACION CENTRAL en donde recibí el “Alta” como voluntario bajo las ó

Mejor así, sin miedo

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"Sin miedo, las olas se acarician con el fuego, si alzamos bien las yemas de los dedos   podemos de puntillas tocar el universo." Rosana Cuentan que cuando salí del armario mi viejo, tras el impresión inicial, le dijo a mi madre "qué valiente era su hijo" y siguió como sin nada, pendiente de mis idas y venidas, preocupado de que encontrara un trabajo fijo. Yo no sé si habrá sido un acto de valentía pero lo cierto es que desde entonces mi vida ha dado un cambio radical, soy más feliz,  me divierto más y sobre todo me siento más querido de la cuenta, digamos que al encontrarme a mi he encontrado a los otros. Tengo una familia que más que familia parece un grupo de fans que me apoyan en todo y una madre preguntona e indiscreta que pasa repitiéndome que me busque alguien que sea bueno, que no me quede solo. Vivo sin ocultar quien soy y no quiero a mi alrededor a nadie con el que tenga que fingir o disimular, soy un todo no un pollo frito del que se puede escoger m

El honor fue mío

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Hace unos años tras unos problemas de salud y un largo proceso de rehabilitación cardiaca que obligó a mi viajo a llevarme tres veces por semana a terapia empecé a sentirme una carga familiar, muy preocupado se lo comenté, diciéndole lo incómodo que me hacía sentir todo aquello. Su respuesta, corta y concisa fue: -"No, para mi es todo un honor." Él poco dado la filosofía, reservado por naturaleza, me había dado una respuesta sorprendente, yo esperaba un simple "por que es mi deber" ó "por que sós mi hijo" pero me había dicho unas palabras que resumían no solo su relación conmigo sino con todo su entorno, como desde su perspectiva no había logrado ningún éxito sonoro, ni acumular bienes o ser famoso se sentía el ser humano más normal y pequeño del mundo admiraba a mucha gente, se sentía agradecido por ayudar y se sentía profundamente honrado por tener la familia que tenía y los amigos que había hecho a lo largo de los años y hasta por los de sus hijos

Madre en préstamo

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A los siete años Douglas tenía el corazón partido. Sus padres no solo se habían divorciado sino que además, su madre se había ido a trabajar a Estados Unidos y eso le había dolido muchísimo a mi compañero de primaria, él no decía nada porque "había que ser valiente y aguantar las ganas de llorar como un hombrecito" -como te decía hasta el cansancio medio mundo- pero se le veía tristón, en clase tenía fama de ser un amargado sobre todo cuando se acercaba alguna festividad como el día de la madre y nos ponían a hacer alguna manualidad para regalar. -"Maestra, y si uno no tiene mamá, a quien le damos lo que vamos a hacer ¿a la chancera de la esquina?" La clase entera celebraba entre risas ese comentario dicho en plan de broma pero que ocultaba el drama en el que vivía mi pobre amigo, quien no paraba de decirme que era un "dichosote" porque tenía una madre que no solo era la mejor de la Escuela sino que además de "tan linda parecía una artista de ci

El niño cool

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La persona más cool que he conocido en mi vida era Hernán, mi compañero de primaria. A los 7 años tenía todo el estilo del mundo y todo en él era glamur. Para comenzar no usaba el pelo cortísimo como la mayoría de nosotros sino que media melena, era rubio como los elotes que nos comíamos en la sopa de verduras patrocinada por Alianza para el Progreso que nos daban en el comedor escolar, usaba el mismo uniforme que todos pero de marca internacional y sus zapatillas no eran Bilsa (la marca nacional y oficial de nosotros los pobres) sino Adidas, algo impensable para la mayoría de nosotros. Como si fuera poco usaba un Rolex reluciente que todos admiraban y que a mi me tocaba cuidar en las clases de Educación Física desde la banca en la que los asmáticos nos sentábamos, era uno de los momentos en que mi compañero se lucía como nadie porque era un gran portero y consumado judoka. Para colmo tenía padres igual de cool: ella rubísima con porte de modelo y siempre cargando libros porque e

El primer día

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Cuando tienes 15 años nada hay más importante que el primer día de colegio, sobre todo si estás yendo a uno nuevo. Nada, absolutamente nada, puede quedar al azahar, desde los zapatos que vas a estrenar hasta el peinado que vas a usar, la forma en la que vas a entrar en el edificio, cómo vas a mirar, a quien vas a saludar y quienes se van a acercar a hablar. Un fallo en cualquiera de esas variantes puede ser un error garrafal y ganarte la fama de hortera, raro, nerd y alejarte de cualquier pretensión de ser respetado. Eso bien lo sabía yo, ese día que como venía de un colegio del que había acabado más que harto porque me hacían bulling, estaba decidido a iniciar un nuevo período de mi corta vida.  Llevaba todo de estreno como marcaba la tradición en mi casa, eso sí comprado a cómodos plazos, esta vez en la Cooperativa del Cole en la que nunca nadie compraba nada porque tenía fama de vender cosas de pésima calidad y por la que mi viejo por apuro económico optó. Los primeros quince minu

Brindemos

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Hoy quiero hacer un brindis por los bares. Como siempre he sido más nocturno que diurno y soy de los que ponen mala cara cuando la gente quiere contarte algo serio y te cita en una cafetería -¿En serio? ¿Qué cosas importantes o íntimas se pueden hablar en plena luz del día?- quiero levantar mi copa por esos maravillosos rincones urbanos que resumen lo peor y lo mejor de cada ciudad. Durante décadas los bares han sido el salón de mi casa, el lugar donde recibo amigos, donde me relajo después de un día de trabajo o donde me enjuago las lágrimas después de la derrota. Sentado en una barra me han contando grandes secretos, he hecho confesiones inimaginables, he reído sin parar y llorado horas enteras con historias que entre copa y copa me han contado. Pienso por ejemplo, en esa chica que hace un par de meses me contaba que ese domingo era muy especial porque el jueves anterior el médico le había dado de alta de un cáncer en el pecho y que estaba ahí para celebrar la vida, y que sin co

Promesa cumplida

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Tenía 10 años y estaba furioso. No solo había tenido que renunciar a mi amigos porque nos mudamos de barrio sino que además, como mi padre se había quedado en el paro mi madre había tenido que empezar a trabajar y por más horas que metiera el dinero apenas alcanzaba para comer. No es que me preocupara mucho el tema económico pero llevaba meses deseando tener una figura de acción de "El hombre nuclear" que todos los niños de ese entonces tenían, cada vez que la pedía mis padres y tíos me echaban el mismo discurso que se resumía básicamente en que aquel año solo vería juguetes nuevos por los anuncios de TV porque la economía familiar no daba para más, eso a mi me resultaba bastante obvio por que mis viejos habían dejado de sonreír: se pasaban el día hablando de deudas, acreedores y de las posibilidades que mi viejo acabara en la cárcel. De esa época solo tuve la palabra de mi padre de que tan pronto pasara su mala racha lo primero que haría sería comprarme ese muñeco, y

Para vivir

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Me iba a morir. Tras un infarto había tenido dos angioplastias, varias complicaciones y no terminaba de sentirme bien del todo. El panorama era bastante desalentador y poco ayudaba que mucha gente, con la mejor intención del mundo, me pasara hablando de gente que había muerto tras intervenciones como la mía y que me aconsejara vivir la vida como un "señor de ochenta años" evitando el ejercicio, lugares con música y llevando una dieta que por estricta y cara  resultaba imposible de llevar. La depresión no tardó en llegar y la única sensación que tenía era que hiciera lo que hiciera me iba a morir (para tranquilidad de los profetas de desgracias, que en épocas de crisis surgen por todo lado). Pasé meses bastante mal hasta que tomé cuatro decisiones: 1)Viviría cinco minutos a la vez y no me preocuparía por el siguiente paso (en ese momento el futuro era tan desalentador que prefería aferrarme al "mini" presente). 2)Me alejaría de los profetas de desgracias, de gen

Enemigos íntimos

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Ni le hablaba. Como estaba seguro que le caía remal al tipo ése no perdía mi tiempo. En el trabajo lo saludaba de mala manera, con un ligero movimiento de cabeza, evitando a toda costa compartir los mismos sitios. En el fondo no podía entender cómo alguien tan "buena" persona como podía tener un enemigo tan cruel. Lo consideraba mi enemigo "number one" desde tiempos de la Facultad, no solo porque se había negado a apoyarme en unas elecciones estudiantiles sino porque además, en una fiesta había hecho un brindis por mi contrincante estando yo en frente, absolutamente imperdonable. Todo cambió abruptamente la vez que le conté mis historia a una amiga en común. Resultó que mi enemigo íntimo lleva años hablando maravillas mías y frente a los jefes, en más de una ocasión, había defendido mi trabajo, "dice que sos una de las mejores personas que ha conocido". Mi mundo se derrumbó: había desperdiciado años pensando en que tenía un archienemigo, hurdiendo planes

Pequeños amores, Grandes amores

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Durante años fui bastante crítico quienes a lo largo de su vida van teniendo numerosas parejas, me parecía un evidente rasgo de inestabilidad eso de ir pasando de una relación a otra sin parar, lo "normal" era tener pocas relaciones a lo largo de la vida y no acumular pequeños amores. Me he pasado la vida ahuyentando esas pasiones fugaces, huyendo lejos de lo que no "tenía" muchas opciones de continuidad. Sin embargo, la vejentud poco a poco me ha ido cambiando la percepción porque me estoy encontrando con gente que tiene historias maravillosas de micro amores en su vida que casi sin conocerse hicieron grandes cosas en un pequeño lapso de tiempo así como de grandes amores que cuando más los necesitaron nunca estuvieron ahí. Lo importante es permitirse sentir esa conexión con alguien sin importar el tiempo ¿Qué más da amar con locura solo por un fin de semana? A la larga, y a la corta, muchos pequeños amores en su conjunto hacen una gran historia de amor y te hacen

La vaina se jodió

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Como si los singles o solterones de toda la vida no tuviéramos suficiente con que la gente nos miren mal si vamos solos a cenar a un restaurante -"¿El señor espera alguien más?"y uno en plan, sí, desde hace como 30 años"-  y que las vacaciones nos salgan más caras, carísimas  -"habitación individual tiene recargo del 40%", impuesto a la soltería - viene ahora el bendidto Coronavirus a imponernos mantener una distancia prudencial con medio mundo y hasta con nosotros mismos. Ahí tenemos a políticos, médicos y líderes de opinión -casadísimos ellos- diciendo que a partir de ahora nai nai, que ni besos ni abrazos y mucho menos darle rienda suelta a la sensualidad. Todos pudorosos y recatados dándonos besitos en el aire como las señoras de alto postín para no desmaquillarse o como nuestra Reina emérita que se ha pasado la vida saludando en el aire y la gente aún así la gente la quiere. De nuevo: los que lo anuncian en vivo y en directo, todos emparejadísimos, feliz

En el medio tiempo de la Super Bowl

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Los cuarentones quieren ser como nosotros pero no nos llegan ni a lo pies. Los cuarenta años son la "adolescencia" de la Edad Adulta, te crees experimentado y sabio pero no, porque no has puesto el 5, no llevas medio siglo viviendo en este planeta de locos en el que nada, absolutamente nada, tiene su lógica. Da igual lo que las religiones te digan, la Vida improvisa, y mucho, con nosotros los seres humanos. A partir de los cincuenta tienes la sensación que en todos los aspectos de tu vida estás viviendo el intermedio de la Super Bowl planetaria.  Como Shakira y J.Lo tienes solo QUINCE minutos para darlo todo, ya no se puede permitir uno las mismas tonterías que con veinte, treinta o cuarenta, el tiempo corre raudo, cínico y veloz. Eres más consciente que nunca que antes de diez años algún problema de salud tendrás, por más que te cuides y vayas al médico porque el cuerpo tiene fecha de caducidad y algo te va a fallar. Así que aprendes a disfrutar del mayor tesoro que tene

Que nada sea en vano

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Iba ser un sábado tranquilo. Ella se había levantado muy temprano para preparar el desayuno, los niños de 5 y 7 años tenían club de fútbol y tenían que alimentarse bien. Como de costumbre costó una eternidad que acabaran todo y que por un rato el par de diablillos se quedaran quietos mientras ella les terminaba de poner los calcetines y las zapatillas. El marido los apuró, ese día le tocaba a él llevarlos, así ella podía disfrutar de un rato de tranquilidad, había hecho planes para tomarse otro café en la terraza mientras leía un libro, la mañana estaba soleada había que aprovechar. Tras besarla, los niños subieron entre risas al coche mientras él le hacía señas de que la llamaría a lo largo de la mañana, por la noche tendrían invitados y había que organizarse. Encantada de tener un ratito para ella se puso a ordenar la casa, a recoger ropa y juguetes, mientras canturreaba una canción. Quince minutos después sonaba el teléfono, "¿Quien podrá ser a esas horas?" pensaba. Al