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Mostrando entradas de octubre, 2009

Bye, Bye terrazas

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Uno de los problemas básicos de vivir en una zona güay, glamurosa y fashion -y cuanto adjetivo inn quieran los cool hunters - es que tarde o temprano los vecinos terminan hasta las narices de las mareas de curiosos nacionales, y del resto del mundo, que se acercan para “impregnarse” del ambiente “bohemio y urbano”, que es como catalogan todas las guías turísticas al barrio donde vivo y respiro diariamente ese tufillo de postmodernidad: la Latina. Yo por ejemplo, acabé hasta el moño de las terrazas de la acera de mi casa, que durante cuatro años martirizaron a todos los vecinos. No es que uno sea un amargado, pero es que eso de tener que abrirse paso entre turistas, borrachos, camareros y espontáneos para entrar a tu casa era un suplicio, sobre todo cuando uno tenía alguna urgencia muy concreta, tan concreta como la de ir al baño. Uno venga a aguantar, a ponerse rojo mientras el gentío avanzaba lentamente por la acera, ellos pensando en lo bonito que es vivir en el centro, y uno solo

Mechas y Fútbol

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¿Cuál es el sitio del mundo con más mechas por metro cuadrado? Los vestuarios en los partidos de los archiconocidos equipos de fútbol. Desde la llegada del metrosexual hace varios años, no hay cabellera de jugador que se precie que no haya conocido un poco de peróxido, de tratamiento para alisar el pelo y de cuanto producto haya para mantenerlo siempre brillante, sedoso “y libre de caspa”. Expediente X: durante casi dos horas juegan bajo las aclamaciones o abucheos de un fervoroso público que contiene la respiración en cada moviendo suyo, viven el estrés más absoluto y al final del partido aparecen divinos de la muerte, repeinados con sus mechas deslumbrantes y con las manchas de sudor a juego con el logo de su equipo. Siempre perfectos y dispuestos al flash. Uno en cambio se pasa el día frente al ordenador, sin moverse de su mesa y al final de la jornada luce como la Niña del Exorcista en sus peores momentos. No hay derecho. Una amiga muy fashion me comentó el otro día que su mundo c

Las cuñadísimas

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Notición del año: las Infantas no soportan a Letizia . El País nos despertaba este 19 de octubre con esa “jugosa” información, algo que pasa en todas las familias del mundo y especialmente en las más reales donde las cuñadas son cuñadísimas, señoras y princesas de su hogar. La historia tiene mucho de trivial y cotidiana y mucho de culebrón latinoamericano: chica de clase obrera, nieta de taxista y periodista –peor imposible- conoce al príncipe –nunca mejor de dicho- de sus sueños, se casa y viven felices para siempre para disgusto de las cuñadas que ven con recelo como la recién llegada poco a poco las va desplazando hasta convertirlas en una anécdota de la prensa del corazón. Y ser desplazado a nadie le gusta, duele y mucho, sobre todo porque ya se sabe que al final reina solo habrá una, le pese a quien le pese. Yo en lugar de las Infantas en lugar de marginarme discretamente, me abriría paso a codazo y a la menor ocasión trataría de arreglar las cosas como se deben arreglar todas l

Nada amarga más que el buen humor

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Nada amarga más que el buen humor. Y eso lo comprobé empíricamente, como debe hacerse con todas las cosas de la vida para hablar con la autoridad que solo confiere la experiencia. Y dicho esto paso a confesar mi “traumática” experiencia: durante dos años trabajé en un programa de humor y eso no es ningún chiste. Se trataba de una fórmula en lo que lo básico era transmitir al público ese “buen rollito” tan necesario para enfrentar los baches de la vida, como reza la publicidad de los libros de autoayuda, esos que también dicen que hay que “pensar positivamente y sonreír con amabilidad” aunque estén a punto de fusilarnos. “¡Divertidísimo! ¡Hilarante! ¡Disparatado!” No, no se referían a una comedia de Mel Brooks, eran algunas de las cosas que la gente me soltaba cuando contaba a lo que me dedicaba, sin lugar a dudas tenía el trabajo más feliz de España y el resto del mundo pero no me sentía ni lejanamente feliz. Tanto buen humor, tanta felicidad, tanto buen rollito tanto de tanto que al