En el medio tiempo de la Super Bowl

Los cuarentones quieren ser como nosotros pero no nos llegan ni a lo pies. Los cuarenta años son la "adolescencia" de la Edad Adulta, te crees experimentado y sabio pero no, porque no has puesto el 5, no llevas medio siglo viviendo en este planeta de locos en el que nada, absolutamente nada, tiene su lógica. Da igual lo que las religiones te digan, la Vida improvisa, y mucho, con nosotros los seres humanos.

A partir de los cincuenta tienes la sensación que en todos los aspectos de tu vida estás viviendo el intermedio de la Super Bowl planetaria.  Como Shakira y J.Lo tienes solo QUINCE minutos para darlo todo, ya no se puede permitir uno las mismas tonterías que con veinte, treinta o cuarenta, el tiempo corre raudo, cínico y veloz.

Eres más consciente que nunca que antes de diez años algún problema de salud tendrás, por más que te cuides y vayas al médico porque el cuerpo tiene fecha de caducidad y algo te va a fallar. Así que aprendes a disfrutar del mayor tesoro que tenemos los terrícolas: la salud. Con cinco décadas a las espaldas te sientes un campeón cuando haces ejercicio, cuando vas a todo lado andando y casi nunca te enfermas. Hay que aprovechar, hacer grandes planes y disfrutarlos.

Cuando eres un cincuentón te vuelves más tiquis miquis a "perder" el tiempo con gente que ya nada te significa en la vida. A los treinta daba igual pasar unas vacaciones con gente que no nos gustaba porque teníamos infinitos veranos, ya tendríamos tiempo para pasarlo bien. A los 50, el árbitro está a punto de pitar para finalizar el partido.¿Ir a cenar por compromiso?¿Quedar con compañeros de trabajo que no nos gustan?¿Aguantarse relaciones de pareja que ni fu ni fa?¿De verdad vamos a pasar los últimos quince minutos de nuestra vida sintiéndonos los seres más infelices de la galaxia, desperdiciando un tiempo precioso?

Y es que a estas edades estás más que avisado que nunca que en los próximos años mucha gente de tu entorno que amas sobre todas las cosas se va a ir de este mundo, quisiéramos que fueran eternos, pero sabemos que antes o después estaremos solos frente al mar echando de menos a alguien. Así que vives con intensidad, y a cámara lenta, todos los momentos con tus seres queridos. ¿Enfadarse? ¿Para qué? No hay tiempo que perder, porque cada día nos estamos despidiendo un poquito y como ya nos vamos a ir, nos volvemos contestones, sensibleros y militantes de la vida.

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