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Mostrando las entradas etiquetadas como Facebook

Lúnaticos

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Nos enojamos si alguien no responde de inmediato un whatsapp o una llamada por Skype. Nos ofendemos si mandamos un mensajito por Facebook y no se nos escribe a la primera -a pesar de estar on line y de tener el "check" de visto-, y si contactamos por alguna app para lo que sea -para intercambiar libros usados, para ayudar una causa o para ligar-  y no nos hacen caso a los cinco minutos perdemos los nervios  o si mandamos un email y no recibimos respuesta en un plazo prudencial de 15 segundos ponemos al destinatario en lista negra. He oído historias de terror de parejas que se han dejado porque uno de los dos no respondió al instante un whatsapp pese a que aparecía conectado  - «a saber con quien estarías» - o porque uno de los dos ante una pregunta trascendental en el Skype no solo tardó en responder sino que en el cuadro de diálogo el iconito de estar borrando salía constantemente - «¿te costó decirlo eh?»-, o de amigos de toda la vida que se han enfadado por no comentar a

"Rebeldes" sin causa

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La verdad que como un cuasi abuelete últimamente ando un poco desilusionado de los jóvenes, de los rebeldes sin causa de hoy en día.  En mis tiempos, es decir los del siglo pasado, hacíamos lo imposible por llevar una vida lo más alejada de la mirada escrutadora de nuestros padres. No es que hiciéramos grandes locuras pero nos horrorizaba que los adultos se enteraran del mote que teníamos, o de la broma que le habíamos hecho a un colega de la clase. Desde nuestra perspectiva eran dos mundos absolutamente distintos y dábamos por sentado que unos vejetes -en aquel entonces de treinta años,- serían incapaces de comprender porqué nos escapábamos de Química o por qué nos gustaba estar las horas muertas tumbados en la hierba adivinando las formas de las nubes. Ahora todo aquel anonimato y delicioso secretismo se fue al garete. ¿Qué hace es lo primero que hace hoy en día un adolescente cuando abre su Facebook? Agregar a Papá, a Mamá y a ser posible a todo el familión y hasta a los amigos de

Hiperconectados

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Tanta hiperconectividad va a acabar por desconectarnos. Pasamos todo el santo día pegados al ordenador y a cuanto artilugio inventan, chateando, actualizando nuestro estatus en las redes sociales, compartiendo en vivo y en directo el más mínimo detalle de nuestra vida. Queríamos nuestros cinco minutos de fama pero se nos está yendo de las manos. Hay quien ha perdido su empleo por haber publicado una foto inapropiada, a su esposa por haber sido etiquetado en un bar cuando debería estar en casa y cada vez son más frecuentes los malentendidos por Whatsapp o Skype, "¿Por qué tardaste tanto en responderme si aparecías conectado a esa hora? ".  Hay amigos que me han reclamado no haber subido fotos de una cena en su casa -"Se ve a la legua que no lo pasaste bien"  y otros por todo lo contrario, por haber publicado imágenes de una fiesta a la que no todos estaban invitados. Al final uno, como los famosos de toda la vida, empieza a suspirar por los viejos tiempos en los qu

Los hombres ya no son lo que eran

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Me contaba una amiga divorciada que harta de ser la eterna soltera, la que siempre va sola a las fiestas y cenas, se apuntó a una web de contactos. Tras el temor inicial del “quedirandemi”, ilusionada creó su perfil con una breve y “honesta” descripción: chica de 50 años, profesional y de buen ver busca chico para salir. Agregó un par de fotos, las mejores de sus últimas vacaciones en Ibiza, una con la melena al aire en plan leona y otra más formalita con traje de ejecutiva para reforzar la idea de mujer independiente. Al principio los resultados no se hicieron esperar: mensajitos, piropos, propuestas de noches de pasión y hasta de matrimonio. Se sentía en la gloria porque otra vez estaba en el mercado y no paraba de responder mensajitos picantes. Sin embargo, con el tiempo su ánimo se fue desinflando porque con los chicos que quedaba o querían enrollarse en el momento o casarse ipsofactamente, y la verdad es que tras un traumático divorcio no se está para ninguna de las dos cosas. As

La cochina envidia

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Justo cuando enviar postales de viajes se había quedado demodé y podíamos vivir tranquilamente, sin pensar en lo bien que lo pasaban los demás durante sus vacaciones mientras nosotros nos asfixiábamos de calor en la ciudad, inventan Facebook, y con él la costumbre de que amigos y enemigos nos inunden  con miles de posts y vídeos de sus viajes y fiestas. Imposible no darse por enterado, sobre todo cuando te etiquetan o ponen pies de fotos del tipo “La pasamos tan ricamente que pensamos en ti” ( salta a la vista lo tristes que estaban ), “Aquí estamos en plena fiesta, solo faltas tú” ( haberme pagado el billete ). Mis padres no tienen Facebook pero sí teléfono, y para no quedarse atrás en esta moda han decidido llamarme cada vez que se la están pasando pipa. Da igual que sea verano o invierno, madrugada o la hora de la siesta, ellos con toda la tranquilidad del mundo mundial llaman para transmitir en directo el paseo que están haciendo a la playa o la visita a mi restaurante favorito.

Como perder amigos en Facebook

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Hacer amigos en Facebook es lo más fácil del mundo, perderlos es todavía más fácil sobre todo cuando se olvida que al igual que en todo los marcos que implican alguna interacción social requiere que se cumplan ciertas normas mínimas que aseguren una feliz “convivencia virtual”, normas que no son muy distintas de las que se aplican en la vida cotidiana; después de todo detrás del perfil hay una persona, alguien de carne y hueso –en la mayoría de los casos- con aspiraciones, problemas y manías. Y eso es algo que no hay que olvidar si queremos tener un millón de amigos en el ciberespacio. ¿Qué cosas nos molestan en nuestro mundo virtual? Es una pregunta que suelo hacer a la gente y las respuestas suelen sorprenderme sobre todo por la coincidencia: • Que nos etiqueten en fotos en las que aparecemos. En los últimos años todos nos hemos vuelto un poco paparazzi, siempre dispuestos a captar ese momento especial para colgarlo en la red y compartirlo con amigos y desconocidos. Muy entrañ

Mi madre y Facebook

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“¿Quién me mete a mi?” pensé mientras le explicaba a mis padres de que se trataba Facebook. Como llevaban meses escuchando hablar del tema en los periódicos y en todo lado tenían curiosidad en ver de cerca ese “invento” y saber si de verdad era tan revolucionario como todos decían. Así fue que me puse al frente del ordenador y abrí mi perfil para explicarles con todo el entusiasmo del mundo, como si fuese un vendedor de alfombras que quiere ganarse una jugosa comisión, las maravillas del Facebook. Mi padre, que a sus años se ha vuelto un apasionado por las nuevas tecnologías y por Internet, escuchaba con atención cada una de mis explicaciones y asentía con la cabeza cada frase mía, se notaba que estaba más que encantado y que la idea de entrar en contacto con sus colegas de antaño le parecía fenomenal. Por el contrario a mi madre, la sola idea de hacer pública parte de su vida privada le parecía la cosa más terrible por lo que, para no alargar la sesión y ponerse a cocinar cuanto ant

Facebookseando

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Desde que descubrí Facebook estoy que me salgo. Por fin, por fin puedo cotillear en la vida de mis amigos sin tener que hacer preguntas indiscretas y ningún esfuerzo más que un simple clik. En un pis pas tengo acceso a la vida y milagros de mis amigos, y de mis no-amigos, puedo saber si se han cansado, si son felices si tienen una vida tan prometedora como la que decían, si tienen problemas conyugales...todo de todo. Vamos la maravilla de las maravillas. Como si fuera poco puedo ver sus amistades porque eso de "dime con quien andas y te iré quien eres" es una verdad como la catedral de Burgos y así puedo deducir algunas cosas de su personalidad que no me han querido decir pero yo, que soy listo como el que más, he descubierto. En fin que es el invento que soñaron todas las marujas y marujos del mundo, sería perfecto sino fuera porque tambien mis amigos y no amigos se están enterando de todo lo que hago y deshago. Y eso la verdad mola menos.