Testiga de Jehová
Muy buenas, soy Pilar y soy Testiga de Jehová . Me dijo la anciana mientras me estrechaba la mano al tiempo que trataba de recuperar el aliento tras subir los cinco pisos de mi antigua casa. Eran la una de la tarde de un caluroso día de verano, es decir que a sus 70 años mi nueva amiga había hecho toda una hazaña con tal de cumplir su propósito del día. Aunque de unos años a esta parte cada vez encuentro más absurdo el proselitismo religioso y -esa manía de alguna gente de luchar para que todo el mundo crea y piense lo mismo, como si la diversidad fuera un pecado- decidí escucharla, después de todo se había ganado ese derecho. Mientras Pilar me echaba el discurso de rigor a una velocidad supersónica, antes de que le tirara la puerta como probablemente habrían hecho otros vecinos, no podía dejar de pensar en las agallas de esa mujer y la mañana que habría tenido la pobre porque en mi edificio muchos adeptos para su misión no podía tener: en el primero vivía una familia numerosa del Opus...