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Mostrando entradas de marzo, 2008

Sky Wonder

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El famoso barco se ha convertido en el terror de miles de cientos de turistas que en menos de dos semanas han visto como sus vacaciones se convertían en una pesadilla por culpa de clima, negligencia del capitán, mala gestión de la compañía o simplemente por razones “desconocidas” que a estas alturas es de suponer poco importan a pasajeros que con ilusión habían invertido sus ahorros en el crucero de sus sueños. El final será previsible: la compañía hará el “mea culpa” achacando el problema a fuerzas ajenas —que es como decir que todo fue por voluntad de Dios— y se comprometerá a compensar a los viajeros en un futuro y galaxia muy lejana. Gana la casa, pierde el viajero. La historia se repite, con más frecuencia de la que pensamos, y cada vez que ocurre me trae a la memoria otra maravilla de los cielos: Air Madrid, famosa en todo el mundo por haber dejado en tierra a más de 60 mil viajeros, incluido este servidor, sin que a la fecha haya devuelto un solo duro a los pasajeros. Mi cuent

"Corasón"

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Es inútil. Llevo años en España y no he podido perder mi acento de centraca. Mucha gente sin ninguna mala intención me lo ha recomendado una y mil veces como la única forma de integrarme completamente a la sociedad española, incluso han llegado a sugerirme que contrate los servicios de un foniatra para que en cuestión de días borre de un plumazo este acento que arrastro desde que nací en Costa Rica, cuando no se me pasaba por la cabeza emigrar y no tenía idea de que en mi pueblo se hablara distinto al resto del mundo. Por cabezonería, mal oído o nostalgia nunca he podido expresarme como “español de toda la vida” aunque eso no significa que por épocas no haya tratado de diferenciar la “c” de la “z” o de la “s” pero al final siempre desisto porque hay palabras que dichas a la española me suenan raro y hasta me parece que pierden todo su significado. Por ejemplo: no es lo mismo decir “corasón” que “corazón”, el primero me suena a bolero romántico de esos que llegan al alma y el segun

Los malos de la película

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Si algo ha dejado claro esta campaña electoral es que el PP no está nada convencido de la llegada de tanto inmigrante a España y que desde sus filas se les asocia con la mayoría de los grandes problemas que desde su perspectiva azotan el país. Da igual si se habla de crisis de las hipotecas, del paro y el caos en la atención médica de la Seguridad Social, tarde o temprano siempre aparece esa “quinta columna”, esos inmigrantes que han llegado a España a colapsar a este país. La historia se repite: a falta de un enemigo frente al cual aglutinar fuerzas y conseguir apoyos nada más fácil que demonizar a un sector de la población, al más vulnerable…una lección de propaganda política que a Goebbel, el célebre ministro de la Alemania nazi, le dio grandes y magníficos resultados. Pareciera que desde la visión precaria de la realidad que tanto le gusta a un sector de la sociedad española, los derechos humanos son como los recursos naturales no renovables: cuanto más se usan más se gastan, vi

La niña de Rajoy ataca de nuevo

Según los teóricos de la Comunicación Política los debates poco o nada afectan los resultados electorales sobre todo porque casi siempre el forofo que es capaz de tragarse hora y media de promesas de políticos en su mayoría es un friki de los partidos políticos y está más que convencido de por quién tiene que votar. Es decir que los debates solo sirven para reforzar simpatías (o multiplicar antipatías) y para poner nerviosos a los políticos que saben mejor que nadie que la gente es muy cruel y que siempre acabará por fijarse en detalles insignificantes y aparentemente anecdóticos para magnificarlos y…reírse a costa de ellos. Tal es el caso de la niña de Rajoy. Justo cuando nadie en España creía que el candidato del PP volvería a sacar la historia de la enigmática niña que nadie sabe si es Caperucita Roja, Ricitos de Oro, la niña del exorcista o Esperanza Aguirre (que a estas alturas viene a ser lo mismo) , volvió a la carga con ella para regocijo de los telespectadores y curiosidad de