Ese nombre me suena
La sala de Urgencias estaba hasta arriba. Era domingo, y había llegado así para un tema tan urgente que dos años después no logro recordar si era que me dolía la tercera pestaña del ojo izquierdo o más bien el pelillo nº45 de mi fosa nasal derecha. Vamos, que había ido ahí por costumbre como suele pasar a partir de cierta edad en la que todo el mundo te repite hasta la saciedad que al menor síntoma de lo que sea, hay que salir corriendo a Urgencias. Aunque en ese entonces creo que se me fue un poco la mano y eso lo entendí ese día apenas crucé la puerta: el conserje me saludó en “plan amiguete”, la enfermera me preguntó como seguía de mis achaques y el médico de guardia me dijo algo como “¡Hombre, hace una semana que no nos veíamos! ¿Qué te ha pasado ahora?” y a continuación me mandó a esperar un par de horas mientras atendía, “urgencias realmente urgentes”. Estaba en ese estado de somnolencia tan solo interrumpido por la llegada de un nuevo paciente a la sala de Urgencias, que aunque...