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martes, 22 de diciembre de 2015
Un ángel pasó
No medía más de 1.65 pero siempre me pareció más alta, quizá era su desparpajo y energía para vivir que la hacía más grande pero diminuta y menuda. Daba igual que fuese una reunión de trabajo o una fiesta familiar, ella llegaba se plantaba frente a todos para regañar o hacer una broma sin preocuparse por protocolos ni ninguna de esas "pendejadas" que siempre le daban pereza, lo blanco era blanco y lo negro negro. Quizá fue por eso que cuando el médico con cara de compungido le recomendó la quimioterapia Patricia le dijo que se ahorrara la tristeza, que un simple cáncer no la iba a derrotar, que lucharía por seguir al lado de su marido, mi tío, y de su hijo. Y así fue. Durante mucho tiempo Patricia aguantó con valentía las idas y venidas del hospital, los malos pronósticos, los continuos malestares y la certeza que estaba luchando contra algo superior a sus fuerzas. Curiosamente de esa época la recuerdo más guapa que nunca, coqueta, siempre con un pañuelo en la cabeza para disimular la caída del cabello, impecablemente maquillada, su eterna sonrisa y su constante queja de mi gusto por la música clásica: "Suena a muerto. Donde haya una salsa o una cumbia que se quite lo demás". Hace mucho que Patricia se fue pero es inevitable que cada vez que oigo "mi" música piense en ella y en cómo se las apañó para pintar de colores un mundo gris. Éstés donde estés mi impertinente favorita, Felices Fiestas!
lunes, 8 de septiembre de 2014
Guerreras
Es fácil encontrarlas en los alrededores de los hospitales. Tienen la mirada triste en la que caben todas las melancolías del mundo pero ese desparpajo que solo tienen quienes no se sienten derrotados por la vida y presumen que un último intento a nadie le sienta mal y que con un poco de paciencia a lo mejor el sol alumbra (aunque sea un poquito). Las ves en las salas de espera, maquilladas como si fueran al encuentro de un gran amor, algunas con un pañuelo de alegres colores en la cabeza, algunas con peluca y otras calvas, si total la belleza está en el interior y lo con un poco de suerte, cuando todo termine, volverá a crecer esa melena que tanto les gustaba. A todas, esas seis letras les cambió de la noche a la mañana la vida: eso era algo que solo le pasaba a otras pero no a ellas sin embargo están ahí, tras el dolor inicial y esa tristeza profunda que solo pueden entender quienes han estado al borde de un abismo. Están ahí contra todo pronóstico, están ahí apostando por la vida.
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