Adiós verano, hola otoño
Pueden llamarme amargado, pero la verdad es que el final del verano me pone "el corazón contento". Siempre me pasa lo mismo: al principio del estío estoy feliz, me parece maravilloso el calorcito, el buen rollito de la gente y esa alegría que irradia todo el mundo. Pasado algún tiempo, tantas pieles bronceadas, tanto ir y venir de gente con maletas yendo a ninguna parte y a todas partes, tanto gozo exultante a mi alrededor empieza a parecerme un poco hortera y acabo por agobiarme, así que cuento los días para que llegue el sosiego del elegante otoño que todo lo pone en su sitio, que me permite salir de casa sin toparme con las terrazas y ver la tele sin escuchar la canción del verano y al presentador insistiéndome en que a pesar de los 40º de temperatura hay que ser irremediablemente feliz. Y como todo el mundo habla de la depresión otoñal, sólo por llevar la contraria me pongo otoñalmente feliz, con ganas de bailar cuando el tiempo refresca y los días se acortan. Lo mismo m...