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Mostrando entradas de noviembre, 2008

¿Tienes alguna vocación frustrada?

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Definitivamente sí. Como me llamo José Guillermo de Jesús, nací en Latinoamérica y me va el drama, era obvio que estaba destinado a ser actor de culebrón, además exitoso. Eso ya lo decían en el jardín de infancia cuando me tocaba interpretar a algún prócer de la patria y me lo repetían durante todo el instituto en el que, para escaquearme de las materias de siempre –que está visto que no sirven para nada, porque si lo hicieran el mundo sería distinto, le pese a Pitágoras, a Aristóteles y a todos los historiadores, que me tenían frito con Colón y su Isabel La Católica, tan católica ella– me apunté a teatro. Por si fuera poco, lo pasaba bomba y me venía de perlas para llegar tarde a casa, «por los ensayos». Tenía un brillante futuro como arlequín, pero todo acabó cuando, solemne, les comuniqué a mis padres que me iba a apuntar a una compañía de teatro ambulante y ellos, muy solemnes, me dijeron que de eso nada, que tenía que estudiar una carrera en condiciones y no ir de loco por la vida

¿Que cómo llego a fin de mes?

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Básicamente, recordando mi infancia. Tendría no más de diez años cuando mi padre se quedó en paro y mi madre no tuvo más remedio que hacer algunos recortes presupuestarios en la economía familiar y eliminar algunos «lujos». Por ejemplo, con orgullo puedo decir que fuimos los primeros vegetarianos de Costa Rica, porque como la carne estaba por las nubes, se decidió por decreto materno que era «malísima» para la salud y que lo mejor eran las legumbres. Con el mismo sacrosanto criterio, quedó prohibido ir a restaurantes, «¡sabrá Dios las cosas que ponen!», e ir de vacaciones «¡con la de accidentes que ocurren!». Así, con esas mentirillas blancas que nos hacían creer que por estar sin pelas no nos privábamos de las cosas buenas de la vida , nuestra familia llegaba a fin de mes. En este punto habría que decir, en honor a la verdad, que también ayudaban mucho los préstamos y las visitas a la casa de empeños. Durante una época vivíamos en la Casa de los Espíritus: las cosas de valor desapare

Mil euros y Air Madrid

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Los echo de menos y cuanto más pasa el tiempo más me hacen falta. Es como un si agujero negro se los hubiese tragado. Por más que pienso no me resigno a olvidarlos y me duele en el alma que otros, sabe dios quienes, estén disfrutando con ellos y que no piensen en regresármelos. Todo comenzó en septiembre del 2006 y nada hacía sospechar que no los volvería a ver. Ese mes me acerqué a la agencia de viajes a comprar mi billete ir a Costa Rica por navidad, con antelación como recomienda la publicidad. “¡Mil euros, una barbaridad! Pensé mientras resignadamente le pagaba a la chica de la agencia. Digan lo que digan los mileuristas, mil euros dan para mucho y en mi caso para conseguirlos había tenido que ahorrar varios meses. Así que con nostalgia me despedí de mis mil eurillos y guardé mi billete de Air Madrid en la mochila para salir, ¡qué ilusión Dios mío!, el 20 de diciembre de ese año. Sobra decir que nunca viajé. Air Madrid cerró sus puertas 5 días antes y adentro se quedaron mis lindos