Como un bolero

Mi madre nunca me cantó canciones de cuna.
No sé si era porque no le gustaba o no se las sabía pero a cambio, me cantaba boleros.
Así que mientras otros niños escuchaban canciones de angelitos, de nubes rosas, pegasos volando en un cielo siempre azul mi madre me cantaba historias de grandes amores, de gente que se quería mucho, que tenían un corazón de melón y que daban besos que sabían a gloria, que tenían un amor puro que había nacido desde lo más profundo del alma, de amores imposibles que ni la misma muerte era capaz de destruir, de enamorados que prometían convertirse en ángeles guardianes de su amada en caso de irse de este mundo.
Desconozco si fue una estrategia deliverada de mi vieja para que fuera un poco más despierto y sensibles que otros "guilillas" en temas del amor pero lo que si ha logrado es que ahora que el destino decidió separarnos todos los boleros del mundo me la recuerdan, soy incapaz de escuchar una canción sin evocar su mirada, su risa y la suavidad de su forma de ser para pasar por esta vida casi de puntillas, para no molestar a nadie e irse sin hacer demasiado ruido, como un suspiro, fugaz, casi tan breve como una canción de amor. 

"Ya no estás más a mi lado corazón en el alma sólo tengo soledad
y si ya no puedo verte
por qué Di-s me hizo quererte para hacerme sufrir más..."


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