El glamour en chanclas
Que don Juan Carlos haya mandado a callar a Hugo Chávez no es nada extraordinario, lo raro es que haya ocurrido hasta ahora y que durante todos estos años los jefes de estado hayan aguantado tan estoicamente los discursos del colega sin apenas inmutarse. Porque escuchar semejantes monólogos y encima parecer estar interesado en el tema tiene su mérito y debería ser causa de beatificación exprés porque tanta paciencia solo la tienen los santos y no los seres humanos de carne y hueso como bien lo demostró nuestro rey. Con su “¿por qué no te callas?” sin quererlo su majestad inauguró una nueva etapa dentro de las aburridas normas de protocolo internacional en las que siempre predominan lo políticamente correcto, un condescendiente silencio y la sonrisa discreta frente a interlocutores que si por uno fueran estarían comiendo polvorones en mitad del Sahara y no en un hotel de lujo como estrellas invitadas de cumbres, conferencias y demás actividades diplomático-festivas. A partir de ahora ...