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Mostrando las entradas etiquetadas como Padre

Viajeros siderales

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El bien más preciado de mi viejo era su carrito blanco. Lo chineaba con esmero, le encantaba andarlo impecable por dentro como por fuera y más conducirlo. Se montaba al volante y no había mejor ni conductor más orgulloso que él, a diferencia de muchos que pasan quejándose de lo difícil que se había vuelto conducir por estas calles, mi padre disfrutaba enormemente, era simplemente feliz yendo de un lado a otro haciendo sus recados diarios y viendo el mundo desde su carrito blanco.  A mí encantaba acompañarlo porque era "nuestro momento", cuando podíamos hablar de nuestras cosas, casi siempre anécdotas familiares o de su niñez o simplemente ir en silencio escuchando sus programas de radio preferidos o sus canciones del alma, como "Despedida" de Daniel Santos, "Amazing Grace" y por supuesto, como buen fan de la II Guerra Mundial, cualquier pieza de Glen Miller.  A veces aprovechábamos nuestra rutina de recados cotidianos para hacer una parada técnica y

El honor fue mío

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Hace unos años tras unos problemas de salud y un largo proceso de rehabilitación cardiaca que obligó a mi viajo a llevarme tres veces por semana a terapia empecé a sentirme una carga familiar, muy preocupado se lo comenté, diciéndole lo incómodo que me hacía sentir todo aquello. Su respuesta, corta y concisa fue: -"No, para mi es todo un honor." Él poco dado la filosofía, reservado por naturaleza, me había dado una respuesta sorprendente, yo esperaba un simple "por que es mi deber" ó "por que sós mi hijo" pero me había dicho unas palabras que resumían no solo su relación conmigo sino con todo su entorno, como desde su perspectiva no había logrado ningún éxito sonoro, ni acumular bienes o ser famoso se sentía el ser humano más normal y pequeño del mundo admiraba a mucha gente, se sentía agradecido por ayudar y se sentía profundamente honrado por tener la familia que tenía y los amigos que había hecho a lo largo de los años y hasta por los de sus hijos

Superhéroe

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Durante mi infancia una estampa típica era estar yo jugando en casa con amigos y aparecer mi padreen la puerta con su traje de bombero, con toda la cara chamuscada y mi vieja detrás diciéndole que se vaya directo al patio porque sino toda la casa iba oler a humo. Mis amigos se quedaban con la boca abierta mientras yo disimulaba lo orgulloso que me sentía de tener un padre que era absolutamente distinto al resto, un superhéroe: durante el día era el típico empleado bancario gris, de traje y corbata. Durante la noche, un bombero que corría grandes peligros salvando gente. Como si fuera poco, al igual que Batman tenía una radio que captaba las transmisiones del Cuerpo de Bomberos, de la Policía y de la Cruz Roja con lo cual mi viejo estaba al tanto de lo que pasaba en la ciudad,  y estar siempre listo para salir correr al rescate, terremotos, inundaciones, incendios...el mundo podía dormir tranquilo porque mi él estaba patrullando por ahí.  Hace mucho que dejó de ser bombero pero nunca,

Desde siempre

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El primer recuerdo que tengo de mi padre es a los cinco años, en mi primer día de kindergarden. Aún siento su mano firme en mi cuello durante el viaje en autobús esa mañana y me parece verlo por la ventana de mi aula alejándose camino hacia su oficina mientras me decía adiós y yo entre lagrimones pensando en que la vida no era justa, habría sido mucho mejor irme de paseo con mi viejo a cualquier parte como tantas veces lo hacíamos. El  primer día del resto de mi vida y mi padre estuvo ahí como ha estado a lo largo de estos cincuenta años en los que más que padre e hijo parecemos dos amigos que han compartido mucho y que no necesitan terminar un chiste o una anécdota porque se saben el final de memoria y les entra la risa tonta. Estuvo cuando entré a la primaria, al segundario...en cuanta graduaciones he tenido y ha podido asistir para aplaudir y contarle luego a los vecinos con orgullo que su hijo le salió muy aplicado. No sé como pero siempre se las ha ingeniado para estar ahí, pa