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Mostrando entradas de 2007

“Terrorista” de belenes

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“Un hombre adulto, con una edad comprendida entre los 45 y 50 años, se casa con una quinceañera embarazada. Junto huyen al pueblo de él…” la historia causaría sensación en la prensa sensacionalista y en los programas del corazón -y probablemente desataría las iras de los organismos defensores de los derechos de los niños y de la mujer- pero es lo que nos viene contando la tradición cristiana desde hace dos mil años y que se representa cándidamente en los belenes sin que nadie diga ni tus ni mús: el drama de un hombre mayor (anciano en algunos casos), casado con una hermosa jovencita y padre de un lozano niño. Yo que desde mi más tierna infancia me di cuenta de las implicaciones de semejante escándalo -y para que nadie piense mal de nadie- hace que años emprendí una encrucijada personal para sustituir en todos belenes que están al alcance de mi mano al viejo de José por el buen mozo de Baltazar, el rey mago negro. Al menor descuido del anfitrión de la casa en la que esté -con la agilida

Grietas

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España se resquebraja y yo por si las moscas he puesto testigos en todas las paredes de la casa para verificar “in situ” si vamos por ese camino. Como vivo en el centro de Madrid, al lado del kilómetro cero, mi lógica me dice que de pasar esa catástrofe mil veces predecida por Rajoydamus S.A el salón de mi casa sería el primero de toda España en partirse en dos (ó en tres o en cuatro partes o en miles de pedacitos, que para gustos los pesimismos). Aunque sería un incordio porque no tendría sitio donde colocar el sofá para apoltronarme y ver Telemadrid, reconozco que me daría cierto morbo: con un poco de suerte a lo mejor me entrevistan para dar fe de cómo mi humilde piso de cuarenta metros se transformó en el epicentro de un cataclismo anunciado. Vivo sin vivir en mi, pendiente de las grietas de casa y de los profetas del desastre que una y otra vez repiten que España se hunde y que no hay otra salida más que la que ellos proponen (¡y que sea lo que Dios quiera!). Yo con el alma hech

Milonga del sálvese quien pueda

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"Necesitas mucho dinero para crear pobreza" ¡Ssssorry!Pero hoy no tengo tiempo para andar preocupándome por nimiedades, tal vez mañana, dentro de un siglo o mejor nunca. Porque mi vida siempre está muy complicada como para estar pensando en los demás, que cada quien se salve a como pueda. Insisto. No me pidan que me preocupe por los problemas de los otros porque no puedo, no tengo tiempo y a decir verdad poco me importa lo que le pase a la gente porque al fin de cuentas los problemas de los demás son de los demás, y los míos son solo míos. Mucho menos pretendan que me meta en embrollos y en causas solidarias, no acostumbro a apoyar nada que implique grandes sacrificios y no tenga posibilidades de éxito. Mi GPS es el de la oferta y la demanda. No tengo la culpa, por naturaleza soy cauto, jamás de los jamases calculador, y antes de enrollarme en cualquier situación siempre pregunto “how much” y te diré quien eres. Los caballeros se acabaron con las cruzadas y menos mal porque

El glamour en chanclas

Que don Juan Carlos haya mandado a callar a Hugo Chávez no es nada extraordinario, lo raro es que haya ocurrido hasta ahora y que durante todos estos años los jefes de estado hayan aguantado tan estoicamente los discursos del colega sin apenas inmutarse. Porque escuchar semejantes monólogos y encima parecer estar interesado en el tema tiene su mérito y debería ser causa de beatificación exprés porque tanta paciencia solo la tienen los santos y no los seres humanos de carne y hueso como bien lo demostró nuestro rey. Con su “¿por qué no te callas?” sin quererlo su majestad inauguró una nueva etapa dentro de las aburridas normas de protocolo internacional en las que siempre predominan lo políticamente correcto, un condescendiente silencio y la sonrisa discreta frente a interlocutores que si por uno fueran estarían comiendo polvorones en mitad del Sahara y no en un hotel de lujo como estrellas invitadas de cumbres, conferencias y demás actividades diplomático-festivas. A partir de ahora

La era de los cacharros

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Yo no sé por qué será pero con el repentino descubrimiento de las maravillas del mercado y esta moda de la globalización con la que llevan años dándonos la tabarra, siento que estoy adquiriendo una fenomenal pinta de cacharro low cost, algo así como un exótico producto de exportación hecho con “componentes” made in China, ensamblado en cualquier aldea del tercer mundo a módico precio, listo para ser colocado en las vitrinas de las grandes metrópolis. Yo no sé por qué será pero este libre forcejeo mundial entre la oferta y la demanda, el prodigio del siglo XXI, en lugar de alegrarme solo náuseas me provoca quizá porque a diferencia de los poderosos de siempre, mi triste sino, como diría el poeta, es tan solo ser parte del engranaje de la economía global, digamos que una simple y vulgar tuerca. Yo no sé por qué será pero el supuesto fracaso de las utopías –por el cual llevan años brindando jubilosos los neocon - no me hace suponer que vendrán tiempos mejores y que un capitalismo globali

Macho ibérico

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Cuatro, hace cuatro años me convertí en “español” para toda la vida, en macho ibérico perpetuo: juré la Constitución y prometí lealtad al Rey de España, requisitos indispensables para que te concedan la nacionalidad española, un término que parece demasiado general, impreciso y políticamente incorrecto, porque a estas alturas del partido nadie se pone de acuerdo en qué es ser español. Alguien que primero ha sido un sin papeles durante años y luego un asiduo de las largas colas que se forman para renovar el permiso de residencia, no se plantea ese dilema de ser español, digamos que se tiene un interés más pragmático: uno lo que quiere es tener por fin un DNI y un pasaporte que lo acrediten como español de cualquier tipo, autonomía, provincia, pueblo, comarca, barrio o distrito Un día importante en la vida de todo emigrante, en el que se siente invadido por sensaciones de todo tipo. En mi caso tenía la misma de haber ganado una yincana escolar, porque los dos años de “residencia legal,

Atardecer en Brooklyn

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Era el final de la tarde, la hora en que Nueva York se tiñe de un extraño gris melancólico en el que los gigantes de hormigón emergen como fantasmas solitarios entre el mar y la fría tierra. Era el final de la tarde y el epílogo de la historia de aquel latinoamericano que tan solo un año antes había dejado su tierra con la esperanza de ganar algunas pelas demás y así asegurarse su porvenir. Era el final de una tarde de primavera. De un solo golpe quitamos el precinto policial de su habitación y abrimos la puerta de la minúscula habitación de una "pensión", de esas que las grandes metrópolis del "confort" suelen reservar para los excluidos, donde dían antes había muerto en soledad, ese rostro anónimo de quien todos decían que era hermano de mi padre. Era el final de una vida. Mientras afuera la tempertura con dificultad superaba los cero grados, uno a uno sus "tesoros" desfilaban por mis manos -una docena de libros,comida enlatada, guía de viajes y algunas

Adiós a los niños

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Atrás quedaron los libros de cuentos, la bicicleta herrumbrada, las zapatillas gastadas de tanto correr por el pueblo y aquellas tardes en las que junto a “cuadrilla” hacíamos expediciones por los planetas de un espacio sideral lleno de peligros. Vencer monstruos horripilantes, piratas despiadados y lluvias de meteoritos era parte de la rutina de los “super amigos” que estaban dispuestos a luchar, siempre y cuando no fuera la hora de la merienda y nuestra madre nos llamara desde la puerta de la “nave espacial” (que para cualquier adulto no era más que una simple casa ubicada en una barriada). Atrás quedó la emoción por la Nochebuena, por la fiesta de fin de curso (que digan lo que digan era lo mejor de la escuela), y por la niña más guapa del barrio, única fuerza misteriosa, después de la comida, capaz de adaptarnos de nuestros deberes de superhéroes. ¿Qué pasó con todo ese mundo pleno de significado? ¿Dónde se fueron nuestros juguetes favoritos? ¿Dónde las plastidecor y los libros

Nacionalidades exprés

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Que muchos clubes de fútbol puedan conseguir la nacionalidad española para sus jugadores en tiempo récord ofreciendo entradas, autógrafos y variedad de regalos a cambio -como se denunció hace algunos meses- es algo que mosquea, sobre todo a quienes como a este ultramarino servidor han tenido que esperar días, meses y años para por fin conseguir un DNI, y en ningún momento se les ha ocurrido que la cosa tenía una solución tan fácil (lo llego a saber con tiempo y me traigo un cargamento de plátanos, frutas tropicales, café, ron y todas esas cosas que tanto molan a los del primer mundo). Aunque el trámite para obtener la nacionalidad por residencia es la mar de sencillo – es cuestión de agregar a “los papeles” que entregas cada año otros papeles y entregarlos en una ventanilla- ante todo requiere armarse de paciencia. El proceso tarda una media de dos años en los que de por medio hay un par de entrevistas con la policía en las que te pueden pedir “más papeles”, alguna que otra col