De cañas con el rey
Como a cualquier buen republicano, de firmes convicciones políticas y emigrante en el esplendor de su vida, si hay alguien con el que me encantaría irme de cañas es con el Rey Juan Carlos, ni más ni menos. Algo completamente natural si tomamos en cuenta que lo conozco desde que era un crío y lo veía en los ‘Holas’ viejos que una tía mía guardaba en su casa como joyas de la corona, que hace algunos años me entregó el diploma de un máster y que desde entonces mi madre, en Costa Rica, para envidia de sus vecinas, tiene en casa la imagen con la que un fotógrafo inmortalizó ese momento para gloria de este centraca paleto que no podía creer que estuviera al lado de un rey de carne y hueso. Desde entonces en el salón de casa, encima del tapete de ganchillo de toda la vida están la foto de boda de mis padres, la de mis abuelos, las de comunión de todos mis primos, y como si se tratase de una típica escena familiar, la foto del Rey y yo. Quizá como la foto lleva años ahí todos se han acostum...