Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como España

¡ Que viene la Reina !

Imagen
La verdad que nunca entendí por qué cada vez que venía alguna figura importante a mi país yo -y todos los alumnos de las Escuelas del centro de la ciudad- teníamos que apostarnos en las calles, esperar durante horas y por fin agitar banderitas al paso de la comitiva de visitantes. Los preparativos comenzaban meses antes, tras el anuncio oficial de la llegada de un ilustre personaje. En los días posteriores la rutina escolar se alteraba por completo: las maestras se pasaban el día aleccionándonos sobre país del visitante, aprendíamos canciones regionales por si el famoso de turno se bajaba del coche sorpresivamente para saludarnos -"Nunca se sabe, que esa gente es muy caprichosa", solía decir con desdén mi maestra- y todos los días tocaba simulacro: durante horas, y bajo un sol de justicia, ensayábamos en la calle para aprender a ondear rítmicamente las banderitas. Por fin llegaba el día esperado -casi siempre festivo, cómo se nota que en aquella época todos los mandatarios

La vez que descubrí España

Tenía la sensación de haber llegado al país más exótico del mundo sobre todo después de que buscando una carnicería entrara al Museo de Jamón y viera a la gente tomándose su cafetín con toda la tranquilidad en medio de jamones, chorizos y charcutería me parecía lo más “primitivo” que había visto en mi corta vida así que mi primera conclusión fue que los españoles estaban locos de remate, locos y de mal humor por que había que ver las voces que daban. Como en mi pueblo la gente por lo general suele hablar más pausado y quedo, aunque estén a punto de matarse, tenía la impresión que había llegado a un sitio en el que todos estaban verdaderamente enfadados. Aunque debo reconocer que con lo que más flipaba era con el acento: como todas las películas de romanos que yo había visto de crío las doblaban en España me parecía de coña que todo el mundo hablara aquí como Jesucristo, Herodes y Moisés y cada vez que escuchaba una conversación me costaba trabajo no dejar volar mi imaginación. Menos ma

"Corasón"

Imagen
Es inútil. Llevo años en España y no he podido perder mi acento de centraca. Mucha gente sin ninguna mala intención me lo ha recomendado una y mil veces como la única forma de integrarme completamente a la sociedad española, incluso han llegado a sugerirme que contrate los servicios de un foniatra para que en cuestión de días borre de un plumazo este acento que arrastro desde que nací en Costa Rica, cuando no se me pasaba por la cabeza emigrar y no tenía idea de que en mi pueblo se hablara distinto al resto del mundo. Por cabezonería, mal oído o nostalgia nunca he podido expresarme como “español de toda la vida” aunque eso no significa que por épocas no haya tratado de diferenciar la “c” de la “z” o de la “s” pero al final siempre desisto porque hay palabras que dichas a la española me suenan raro y hasta me parece que pierden todo su significado. Por ejemplo: no es lo mismo decir “corasón” que “corazón”, el primero me suena a bolero romántico de esos que llegan al alma y el segun

Grietas

Imagen
España se resquebraja y yo por si las moscas he puesto testigos en todas las paredes de la casa para verificar “in situ” si vamos por ese camino. Como vivo en el centro de Madrid, al lado del kilómetro cero, mi lógica me dice que de pasar esa catástrofe mil veces predecida por Rajoydamus S.A el salón de mi casa sería el primero de toda España en partirse en dos (ó en tres o en cuatro partes o en miles de pedacitos, que para gustos los pesimismos). Aunque sería un incordio porque no tendría sitio donde colocar el sofá para apoltronarme y ver Telemadrid, reconozco que me daría cierto morbo: con un poco de suerte a lo mejor me entrevistan para dar fe de cómo mi humilde piso de cuarenta metros se transformó en el epicentro de un cataclismo anunciado. Vivo sin vivir en mi, pendiente de las grietas de casa y de los profetas del desastre que una y otra vez repiten que España se hunde y que no hay otra salida más que la que ellos proponen (¡y que sea lo que Dios quiera!). Yo con el alma hech