El glamour en chanclas



Que don Juan Carlos haya mandado a callar a Hugo Chávez no es nada extraordinario, lo raro es que haya ocurrido hasta ahora y que durante todos estos años los jefes de estado hayan aguantado tan estoicamente los discursos del colega sin apenas inmutarse. Porque escuchar semejantes monólogos y encima parecer estar interesado en el tema tiene su mérito y debería ser causa de beatificación exprés porque tanta paciencia solo la tienen los santos y no los seres humanos de carne y hueso como bien lo demostró nuestro rey.

Con su “¿por qué no te callas?” sin quererlo su majestad inauguró una nueva etapa dentro de las aburridas normas de protocolo internacional en las que siempre predominan lo políticamente correcto, un condescendiente silencio y la sonrisa discreta frente a interlocutores que si por uno fueran estarían comiendo polvorones en mitad del Sahara y no en un hotel de lujo como estrellas invitadas de cumbres, conferencias y demás actividades diplomático-festivas.

A partir de ahora todo parece indicar que el protocolo será menos rígido y que los embajadores y jefes de estado por fin podrán saludarse con un “¿Qué hay de nuevo tronco?, ¡Choca esos cinco!” en lugar de las complejas y antiguas fórmulas tradicionales plagadas de reverencias, tratamiento de excelencias y expresiones que no se oían desde tiempos de la Sara Montiel.

Y es que desde la llegada de Hugo Chávez a las cumbres el protocolo ya no es el mismo. Atrás quedó el glamour de fiestas y recepciones, ahora lo que se impone es el estilo casual y campechano de quien va conduciendo su tractor en mitad del campo sin tener que dar explicaciones a nadie (un aire que comparte, muy a su pesar, con el tejano de Jorge Bus cuyas metidas de patas son monumentales y si no que lo diga su best friend “Ánsar”).

En la diplomacia del 2007 se impone el colorido y no la rigidez de las convenciones sociales y eso, todo hay que decirlo, le da vidilla a cualquier ambiente. ¿Qué hubiera sido la cumbre de Santiago sin el presidente venezolano? Un infumable encuentro internacional lleno de promesas tan aburrido como de los de siempre.Suerte que para diversión del público estaba Chávez aunque muchos echaron de menos a su diputada Iris Varela, que hace unos días arremetió a golpes a un periodista venezolano, con su habitual "discreción" habría dado a la cumbre un toque cutrelux que habría molado. Será en la próxima...si es que el mini Simón Bolivar gana el referendo del domingo.


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