“Terrorista” de belenes


“Un hombre adulto, con una edad comprendida entre los 45 y 50 años, se casa con una quinceañera embarazada. Junto huyen al pueblo de él…” la historia causaría sensación en la prensa sensacionalista y en los programas del corazón -y probablemente desataría las iras de los organismos defensores de los derechos de los niños y de la mujer- pero es lo que nos viene contando la tradición cristiana desde hace dos mil años y que se representa cándidamente en los belenes sin que nadie diga ni tus ni mús: el drama de un hombre mayor (anciano en algunos casos), casado con una hermosa jovencita y padre de un lozano niño.

Yo que desde mi más tierna infancia me di cuenta de las implicaciones de semejante escándalo -y para que nadie piense mal de nadie- hace que años emprendí una encrucijada personal para sustituir en todos belenes que están al alcance de mi mano al viejo de José por el buen mozo de Baltazar, el rey mago negro. Al menor descuido del anfitrión de la casa en la que esté -con la agilidad de Tom Cruise en Misión Imposible- hago un ligero e imperceptible cambio estratégico en las figuritas del Belén: José pasa a engrosar la cola de los venerables ancianos que visitan al niño y coloco al marginado de “Balta” al lado de la virgen.

No solo es el más gusta a los peques sino el que mejor pinta tiene en todos los belenes del mundo mundial: con su insolente juventud (no tiene más de 30 años en la mayoría de las representaciones), su porte atlético, su color ébano resplandeciente y su traje de marca es el candidato ideal para desposar a una humilde y bella joven. Es la solución políticamente más correcta y más moderna para un engorro como el que se celebra desde hace siglos: viene de África, es más guapo, más joven…seamos sinceros: si usted fuera una inteligente y hermosa jovencita de 15 años en plena flor de la vida ¿a quien escogería como novio? Como la respuesta es obvia, no puedo aguantar la tentación de hacer un pequeño cambio simbólico...

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