El Super

Por ser el benjamín de la familia durante bastante tiempo me tocó acompañar a mi vieja al super. La tradición era ir en cuanto terminábamos de almozar porque siempre decía que había que hacer la compra con el estómago lleno, que así no se antojaba uno de nada y se ceñía a comprar estrictamente lo necesario. Así que me tocaba sacrificar la siesta y, entre bostezo y bostezo, recorrer todos los pasillos del supermercado detrás de mi vieja que se empoderaba como nadie con la lista de la compra, daba la impresión que si por ella fuera compraba todo el local. Examinaba los tomates como si fuesen a adornar la mesa de algún rey y más de una vez obligó al dependendiente a sacar la verdura que tenía en bodega y que estaba más fresquita. 

Yo le reñía porque me parecía exagerado y aburridísimo dedicar tanto tiempo a la verdura y legumbres habiendo cosas más importantes que ver en un Super pero para ella comprar lo mejor para la familia era prioridad absoluta. Largo rato después volvía a detenerse en el área de tienda para ver cristalería, mantelería, cubertería…el dinero no daba para tanto pero ella le echaba ojo a futuros regalos. “Vea qué bonito esto para su tía”, “Vea estos joyeritos para sus hermanas, cuando me paguen el aguinaldo venimos y se los compramos”, “Ay huela este perfume, le va a encantar a su abuela, acuérdeme para comprárselo con el bono”.

Regresábamos tarde a casa, yo agotado de estar dando vueltas por el Super pero contento de ver a mi vieja satisfecha y relajada porque por una quincena más el sueldo había alcanzado para todo, ya vendrían tiempos mejores en los que no andaríamos tan “chuecos” de plata como decía ella.

Desde esa época siempre asocio los supermercados con mi madre, cada vez que entro en uno siempre pienso lo mucho que le gustaría estar ahí y más de una vez me he sorprendido mirando las “cositas” para regalos en las que ella solía detenerse, me la imagino pidiéndome que no me olvide que  las pantuflas que quiere mi padre para su cumpleaños están en el pasillo 7 de zapatería, al lado de las tenis que me va a comprar para cuando caiga una platica extra, “bueno, si pego lotería venimos el lunes tempranito sin falta”.


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