Pequeñas alegrías

Tras un año tan turbulento como el 2020, en el que todo mi mundo acabó de cabeza -como para mucha gente-  dejé de pasarme la vida esperando grandes cosas como un trabajo fijo que POR FIN terminara esta inestabilidad laboral eterna, una gran historia de amor que pusiera fin a mi empedernida soledad, un golpe de suerte en la lotería para comprarme la casa de mis sueños.
Digamos que ahora vivo -e intento ser feliz- con minúsculas alegrías, que como perlas preciosas atesoro para contarlas a la hora de dormir para sentirme un hombre afortunado: un meme que me hizo reír mucho, la copa de vino que me tomé y me supo a gloria, ese árbol floreciendo que ví de camino a casa y que me hizo recordar que la primavera sabe que siempre la espero en Madrid, esa canción que me puso la piel de gallina, las llamadas de mis hermanas para saber cómo me va la vida, el verme en el espejo y saber que a pesar de todo sigo aquí.
En fin, que como mendigo de la vida, ahora vivo de modestas (minúsculas) alegrías.

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