Amar la vida
Durante los últimos días de vida de mi padre, que también fueron los de mi madre lo más hermoso del mundo era verlos a ellos al momento de dormir. Me asomaba por una esquina de la puerta de la habitación, intentando no molestar y siempre me encontraba la misma escena, mi vieja acomodándole las mantas a mi padre y diciéndole, "mi amor, mañana será otro día, te voy cocinar algo rico y todo va a estar bien. Duérmete tranquilo que estamos juntitos". Mi madre sabía mejor que nadie que la paz en el dormitorio poco duraría, que mi padre otra noche más pasaría despierto, haciendo ruido, yendo y viniendo por la casa...pero ella seguía creyendo que vendrían tiempos mejores, que todo iba a cambiar. A menudo he pensado que esa fe en el futuro, esa esperanza contra viento y marea, es condición de cualquier gran historia de amor entre seres humanos pero también frente a nuestra existencia, amar la vida precisamente es eso, creer que todo va a ir bien, que la suerte algún día nos va a sonreír, creer que por más negros momentos que tengamos algo bueno nos vendrá.
Mis viejos ya se fueron y están juntos como tanto les gustaba. Yo, sigo en este mundo y pienso que no tengo otra, que si estoy aquí es por algo y que sí, que tengo que creer que detrás de los nubarrones siempre brilla el sol, que el mundo todavía es ancho y hermoso y que amar la vida es precisamente eso: esperar tiempos mejores.
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