No, no estaba muerto
La culpa fue del señor al que le dio por morirse una madrugada cuando lo pusieron en mi sitio en el hospital la vez que estuve ingresado y a mi me movieron a otra habitación sin que se percataran mis compañeros de habitación con los que había trabado una amistad entrañable, por aburrimiento acabábamos por contárnoslo todo y tomarnos cariño como me pasó con el señor al que se movió el marcapaso y a todo el mundo se lo enseñaba orgulloso: "Mire donde lo tengo, casi en el hombro...sino me lo arreglan ya termina en la espalda" mientras yo lo regañaba pero por congoja. Mi pobre sustituto en la habitación duró lo que me dura a mi una copa de vino, murió a las dos horas de haber llegado a la habitación mientras todos mis amigos dormían profundamente con lo que a la mañana siguiente se encontraron con una cama vacía y una enfermera recogiendo sábanas con tristeza, "sí el pacientico de aquí se murió en la noche, no aguantó". Mis amigos no lo podían creer, cómo me había muerto yo así tan de repente cuando en la noche había estado haciendo bromas y se me veía tan entero, como siempre me decían. Fue en medio de aquel duelo y del corrillo que se había hecho en la habitación cuando aparecí yo sonriente, más vivo que nunca, con una toalla y el cepillo de dientes en la mano preguntando que de qué estaban hablando tan compungidos y adoloridos. Creo que las carcajadas se oyeron en todo el hospital.
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