El loco de turno

Viniendo una noche de Tel Aviv al pueblo donde viví unos meses -a medio camino de Jerusalem- de repente en el bus un señor al otro lado del pasillo y en la parte de atrás comenzó hablar dando voces mitad en hebreo y en ruso, al principio creí que venía hablando solo, que era el loco de turno, pero me di cuenta que me estaba hablando a mi -Atá, ken atá (Tú, si, tú) - en forma muy vehemente, yo me hice el desentendido pero pasó hablando todo el camino.
El momento más escalofriante llegó cuando tenía que bajarme porque el señor se bajó también y empezó a caminar detrás mío dando voces,  en un pueblo perdido de Medio Oriente y con la calle vacía eso no presagia nada bueno y más bien parece una escena de "Chuky en Tierra Santa". Salí huyendo despavorido por la calle, dando alaridos, llegué al edificio casi sin respirar, subí al apartamento  y puse todos los cerrojos. Al día siguiente cuando abrí la puerta me encontré al señor limpiando el pasillo: era el nuevo conserje y probablemente lo que quería la noche anterior es que lo ayudara a cargar la caja que traía.
El loco de turno fui yo.

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