Divinaaaa
Nadie, absolutamente nadie ha tenido más glamur en la familia que la Tía Ely. No tenía dónde caerse muerta, eternamente con la cartera vacía y siempre esperando a su príncipe azul…toda la suerte que le faltó en el amor la tuvo en estilo y elegancia. Con su melena larga impecable, sus mechas californianas, sus gafas de sol a lo Jackie O, su porte y hablado “insoportable” de señora de la “high class” daba la impresión de ser una naúfraga de otros tiempos mejores en los que los chicos de sociedad se peleaban por una chica como ella. Uno pasa revista por las fotos de la familia y siempre está ella haciendo desde niña alguna pose exagerada, como si tratara de decirle al mundo que no era como las demás, que era especial y que merecía un porvenir en el que el eco de los descorches de botellas de champán fueran la banda sonora. “¡Qué divinooooo! ¡Me muerooooo!” decía con frecuencia mientras uno repasaba con ella algunos de los modelos que lucían las finolis del Hola. Como era buena costurera