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¡Mamá soy famoso!

Justo cuando estaba a punto de perder de todas las esperanzas y de apuntarme a un really show, justo cuando creía que para mi no había más esperanza que la Aguirre, es decir que estaba sumido en la desdicha más completa, justo cuando había deshechado mi sueño de ser famoso va la TVE y me saca en el telediario de la de la tarde. Durante 18 segundos –que los tengo cronometrados- miles de millones de españoles y de televidentes del canal internacional vieron mi careto. Todo un triunfo que al final, como en las buenas pelis americanas , deja clara dos lecciones: que la tele ya no es lo que era y que en estos días cualquiera sale en la pequeña pantalla, y que necesito urgentemente una cirugía plástica (porque con las pintas que llevo…) Sea como sea logré mi sueño: salí en la TV y de paso le hice una compleja y sesuda pregunta a ZP..

Mala conducta

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El PP no necesita enemigos. Él es su peor enemigo, al menos de un tiempo para acá, en que cada discurso de Mariano Rajoy y de su equipo pone los pelos de punta, al menos a un sector importante de la población. O sus líderes están muy mal aconsejados por sus asesores políticos, o poco a poco han ido haciendo un streaptease ideológico para enseñarnos sin ningún recato quiénes son en realidad y que de “moderados”, nada, que a fin de cuentas siguen siendo la derecha más rancia del mundo. Y por si alguien tenía alguna duda, la Conferencia Episcopal les echa una mano (al cuello) para sugerir, con la misma sutileza de una patada en el estómago, que es por los Superbuenos por quienes hay que votar. El PP no necesita enemigos y de eso no cabe la menor duda después de oír hablar a Rajoy de un código de “buena conducta” para los inmigrantes, que los inmigrantes por definición somos muy díscolos, ignorantes, salvajes a los que hay que civilizar, y para eso vinimos a España. A lo mejor Rajoy tien

La venganza de Hilaria

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Por fin, por fin ya casi nos han confirmado que la candidata demócrata para las elecciones de USA será Hillary, la esposa cornuda pero nunca apaleada que ha logrado compatibilizar a la perfección y con sorprendentes resultados su vida familiar y profesional para envidia de todas las mujeres del mundo que a duras penas sobreviven a la rutina diaria. Tiembla Washington, tiembla la Casa Blanca y tiembla el futuro First Gentleman Bill Clinton que a partir de ahora, según la más pura tradición política americana que siempre ha visto en las primeras damas un remake de reinas y princesitas, deberá asistir a todos los actos de beneficencia habidos y por haber, acompañar a su mujer a las cenas de galas y saludar graciosamente al público en general y en particular. Vamos que a partir de ahora Bill tendrá que ser tan modosito como han sido todas sus predecesoras, todas menos su mujer claro está, que cuando no estaban en un rastrillo o tomando el té con la Reina de Inglaterra estaban hacien

Por preguntar...

Después de imnumerables experimentos, de intensos debates y arduas investigaciones de campo, los políticos, y sus asesores –casi siempre luminarias siderales– han descubierto algo sin precedentes en la historia de las democracias: que los electores tienen un mogollón de preguntas que hacerles antes de votar. Todo gracias a Internet y a las nuevas tecnologías que al menos teóricamente han obligado a los políticos a bajar del Olimpo y a mezclarse con el populacho en la red, al menos para responder a todas las preguntas que se les están planteando en foros, chats y en plataformas como Youtube. Y como por preguntar nada se pierde, como decía mi abuela, tras un sesudo análisis y un exhaustivo proceso de documentación, este centraca decidió hacer la pregunta del siglo.

La mala envidia

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Envidia de la mala. Es lo que me dan los inmigrantes en EE UU, que por lo menos cada cuatro años se convierten en objeto de toda clase de mimos de los políticos en su carrera hacia la Casa Blanca. Afroamericanos, hispanos, asiáticos, extraterrestres…, ningún político en su sano juicio escatima esfuerzos en acercarse a estas comunidades a conocer sus problemas de primera mano –eso dicen los chavalines– y a tomarse la foto de rigor con ellos, que es lo que más me mola: me imagino al típico chinito, si es que hay un típico chinito, enviándole la foto a su abuelita en un pueblo allá en la provincia de Xinjiang, por ejemplo, y la pobre viejecita enseñando la foto de su nieto con Hillary, Obama o McCain (que con ese nombre tiene un gran porvenir en un burguer). Pues aquí el chinito ese y todos los inmigrantes lo tenemos claro: simplemente no existimos para la mayoría de los políticos. Ya se lo he explicado a mi madre, que se la pasa soñando que le envío una foto con Llamazares o Zapatero, qu

Sospechoso habitual

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“Varón de edad comprendida entre 25 y 45 años, moreno, de aproximadamente 1,75 m de estatura, 80 kilos de peso… Viaja solo…”. Si usted se puede incluir en esta descripción, muchas felicidades, porque ha pasado a engrosar la lista de los sospechosos habituales de los policías de medio mundo, que al parecer han construido su retrato robot basados en una serie de rasgos tan vagos y generales que es imposible no conocer a alguien que, en el mejor de los casos, cuadre bastante con esa descripción, o que, en el colmo de la mala suerte, encaje a la perfección con el retrato del malvado estándar. Narcotraficantes, rateros, terroristas, traficantes de armas, tratantes de blancas…, al parecer todos tienen un perfil similar a cualquier ciudadano de a pie, como usted o como yo mismo, que estoy convencido de que vaya donde vaya presento una fenomenal pinta de delincuente. Eso lo descubrí hace algunos años en el aeropuerto de Houston (Texas), en la época en que Bush Jr. era gobernador. Nada más

“Terrorista” de belenes

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“Un hombre adulto, con una edad comprendida entre los 45 y 50 años, se casa con una quinceañera embarazada. Junto huyen al pueblo de él…” la historia causaría sensación en la prensa sensacionalista y en los programas del corazón -y probablemente desataría las iras de los organismos defensores de los derechos de los niños y de la mujer- pero es lo que nos viene contando la tradición cristiana desde hace dos mil años y que se representa cándidamente en los belenes sin que nadie diga ni tus ni mús: el drama de un hombre mayor (anciano en algunos casos), casado con una hermosa jovencita y padre de un lozano niño. Yo que desde mi más tierna infancia me di cuenta de las implicaciones de semejante escándalo -y para que nadie piense mal de nadie- hace que años emprendí una encrucijada personal para sustituir en todos belenes que están al alcance de mi mano al viejo de José por el buen mozo de Baltazar, el rey mago negro. Al menor descuido del anfitrión de la casa en la que esté -con la agilida