Mala conducta


El PP no necesita enemigos. Él es su peor enemigo, al menos de un tiempo para acá, en que cada discurso de Mariano Rajoy y de su equipo pone los pelos de punta, al menos a un sector importante de la población. O sus líderes están muy mal aconsejados por sus asesores políticos, o poco a poco han ido haciendo un streaptease ideológico para enseñarnos sin ningún recato quiénes son en realidad y que de “moderados”, nada, que a fin de cuentas siguen siendo la derecha más rancia del mundo. Y por si alguien tenía alguna duda, la Conferencia Episcopal les echa una mano (al cuello) para sugerir, con la misma sutileza de una patada en el estómago, que es por los Superbuenos por quienes hay que votar.

El PP no necesita enemigos y de eso no cabe la menor duda después de oír hablar a Rajoy de un código de “buena conducta” para los inmigrantes, que los inmigrantes por definición somos muy díscolos, ignorantes, salvajes a los que hay que civilizar, y para eso vinimos a España. A lo mejor Rajoy tiene santas y buenas intenciones, a lo mejor no. Para aclararlo todo, Miguel Arias Cañete, el secretario de Economía y Empleo del PP, asegura apoyar esta iniciativa a la vez que lamenta que “ya no hay camareros como los de antes” (claro, todos son inmigrantes), y que los que venimos de fuera hemos colapsado el sistema sanitario: «Alguien que para hacerse una mamografía en Ecuador tiene que pagar el sueldo de nueve meses, viene aquí a urgencias y tarda un cuarto de hora… han descubierto que este es un país». Está claro que este señor considera, por un lado, que hacerse una mamografía es un deporte para todas las inmigrantes, que por puro placer hacen cola en Urgencias para someterse a este examen, y por otro, que Ecuador no merece la categoría institucional de país.
Barbaridades aparte, habrá que ver qué entienden estos señores por un “contrato de integración” o código de buena conducta, y si portarse bien es actuar como Esperanza Aguirre o como Gallardón, y también si incluyen en este contrato, por ejemplo, la obligación de cumplir con las fiestas de guardar, la de evitar que sus hijos asistan a las ignominiosas clases de Educación Ciudadana, la de manifestarse en contra de la paridad de géneros en las listas electorales, la de rechazar cualquier concepto de familia que no incluya un padre y una madre “como Dios manda” y la de oponerse rabiosamente a la idea de una España plural y diversa.

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