Uber Deluxe

 

Por ese entonces en mis tiempos libres trabajaba para un ex presidente de Costa Rica. Había comenzado a colaborar con él en Madrid y desde el primer momento había muy buen “feeling”, casi como el de dos viejos amigos que se vuelven a encontrar por el camino. Todo el nerviosimo que puede producir conocer a una de las grandes figuras de la política nacional se desvaneció al instante cuando me recibió en calcetines en su despacho y tras un abrazo me pasó adelante. Cinco minutos después, enfrente de su asistente, me estaba entregando todas las claves de sus redes sociales diciéndome: “Pongo mi vida en sus manos, para que vea la confianza que me inspira” (Siempre me dio vértigo pensar en la responsabilidad que estaba asumiendo). 

Aquello fue el inicio de una colaboración de años en las que me convertí su voz en las redes sociales y en la que las reuniones de “trabajo”-que en realidad eran un café informal en el que nos poníamos al día de la política nacional- siempre eran dónde “coincidiéramos” en Madrid, Nueva York y Costa Rica, como sucedió ese día de diciembre cuando al final de una reunió en un restaurante de San José y después de pagarme los honorarios le dije, “pues que problema para usted, porque yo con ese dinero no me animo a montarme en bus, ni un taxi…me va a tener que ir a dejar, eso si, tengo que pasar a una panadería antes, que tengo que llevar el pan para el café”.

El expresidente accedió en medio de carcajadas y no solo me llevó a casa, y me paró en la panadería, sino que se bajó a conocer a mis padres porque como siempre decía que yo era una eminencia digital, el “Steve Jobs” tico, había que conocer a mis papás pero para mala suerte mis padres no estaban en casa.

Por la noche cuando le conté a mi padre cómo había llegado a casa no paró de reírse, “¿Usted se da cuenta de lo que hizo?, usó como Uber a un expresidente de la República, hijo de una benemérito de la Patria, qué barbaridad, ¡con usted hay que tener un cuidado!” 

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