Ni contigo ni sin ti

Hace unos años, con cubata en Jaime me confesaba que el amor de su vida era Mónica. Se habían conocido en sus años de estudiantes universitarios y el flechazo fue instantáneo, se amaban con locura y si de algo estaban seguros es que estaban predestinados el uno para el otro. Al poco tiempo se casaron y lejos del clásico "vivieron felices para siempre" fue el inicio de un doloroso aprendizaje y de descubrir que eran absolutamente incompatibles, que daba igual lo que hicieran siempre acababan discutiendo, no se aguantaban. Así Mónica y Jaime iniciaron una historia de idas y venidas: él en Santiago, ella en Valparaíso,  ella en Chile, él en Londres, ella en Londres, él en Madrid, él con otra, ella con otro y luego la reconciliación, el no poder estar separados, el saber que nadie podría ocupar el puesto del otro, el necesitarse mutuamente  y amarse con locura. Cuando estaban juntos la gente los miraba con envidia y admiración, era evidente que había mucha química, que eran de las parejas capaces de comunicárselo todo con la mirada. "Sí...pero no podemos estar juntos porque siempre acabamos mal", me repetía mi amigo con una mezcla de tristeza e ironía. Aunque Jaime murió trágicamente hace muchos años yo sigo pensando en su historia de amor, en si terminaron juntos y en cómo habrá sobrevivido Mónica sin su amor imposible.

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