Hablamos de política, de religión, de fútbol, de arte y todo lo habido y por haber pero nunca de sexo, un elemento central en la vida de todos y que por más que lo neguemos, determina la forma de relacionarnos con los demás y muchas de nuestras acciones y creencias, hay muchos expertos que han llegado asegurar que determina nuestra visión política. Es inútil; por más que intentemos en dejarlo en nuestras alcobas tarde o temprano salta a otros aspectos de nuestra vida. Solteros o casados deberíamos hablar más sobre el tema, no la típica discusión maliciosa del adolescente en su pubertad -que muchos a sus cuarenta años siguen teniéndola- sino un diálogo franco, abierto y maduro sobre todo con la persona con la que compartimos nuestra vida. Para muchas parejas sigue siendo un tema tabú, hablan de todo menos de ese tema, lo dan todo por sentado, por acordado como si fuera una maldición decir qué nos gusta, qué nos disgusta y cómo nos sentimos. Muchas relaciones que se querían con locura se han dejado por no abordar a tiempo el tema: se pusieron de acuerdo en los gastos de casa, en la crianza de los hijos, en las vacaciones pero nunca en el sexo, al final cada uno por su lado y si te vi no me acuerdo. Tendríamos que hablar más del tema y olvidarnos de ideas preconcebidas por arcaicos tabúes o de las expectativas exageradas provocadas por la industria del porno que nos han convertido en eternos insatisfechos siempre deseando que la realidad se parezca a la de las películas, la realidad es otra cosa queridos niños y niñas. En fin, hablemos de sexo.
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