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Las cosas que nunca te dije

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Al final la gente viene y se va y queda uno con la impresión que quedaron muchas cosas por decirse. Vivimos en un mundo de sobreentendidos, partimos del supuesto que el otro en todo momento sabe perfectamente nuestros sentimientos, que nuestros padres saben que los amamos, que nuestros hijos tienen la certeza que daríamos la vida por ellos o que nuestra pareja sabe que sin ella nuestra vida no tendría sentido. Damos por sobreentendido las cosas más grandes y más pequeñas pero lo cierto del caso es que no siempre las cosas quedan claras y que la gente desaparece de nuestras vidas para siempre sin que todo esté dicho y lo que es peor, con la impresión que nunca las amamos lo suficiente. En mi caso es una de las cosas que más me preocupa:  he tenido la suerte de tener unos abuelos maravillosos que alegraron mi niñez, unos tíos que me consintieron como nadie y que un día se fueron, grandes amigos que marcharon lejos para no volver  y parejas a las que he querido muchísimo y que ya no est

El muertito

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No se puede visitar la Estatua de la Libertad y estar pensando en lo que vas a hacer con un cadáver. Eso fue lo que me pasó en mi primera vez en Nueva York. Había llegado hasta la ciudad para recoger el cuerpo de un tío mío, fallecido varios días antes. Lo que iba a ser una operación relámpago de un par de días, entre visitas a Precintos Policiales para saber qué había pasado con él, morgues y funerarias (para pedir descuentos) se había transformado en un viaje iniciático de 10 días en que todo podía pasar como que el dueño de una funeraria para demostrarte lo práctico que era la cremación pida a su asistente que le traiga a don Luciano y que don Luciano resulte ser un paquetito de 2 kilos, de color rosa pálido, lo ponga sobre su escritorio, lo abra y por culpa de una ráfaga de viento salgas impregnado de don Luciano RIP hasta las cejas, "1.80mts, 190 libras caben en esta cajita, una maravilla".  O que la dueña de la casa en la que te estás alojando te diga que de ningún mo

Amienemigos

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Todos tenemos al menos uno en nuestras vidas. Un amienemigo es ese "amigo" entrañable que está situado en una especie de limbo porque aunque lo consideras un amigo muchas veces parece tu archienemigo por cómo se comporta o por  las cosas que es capaz de soltarte y quedarse tan campantes, con la sonrisa de oreja a oreja preguntando si vais a quedar a cenar. Es el típico que tú le comentas por ejemplo, que estás feliz porque te han subido el sueldo unos 100 euros al mes y él te recuerda con elegancia, que gana mucho más que tú y que además lo van ascender. Lo invitas a que conozca tu nueva casa y en cinco minutos es capaz de sacar todos los defectos, de aconsejarte nuevos muebles y de advertirte que el vecindario no es nada bueno. Le comentas que estás preparando una escapadita a la playa y el te confiesa que su viaje por Tailandia y 33 destinos exóticos lo tienen agobiado.  O si llevas mucho tiempo en paro  te dice con una sonrisa de oreja a oreja que ya vale, que tienes qu

Padres desconocidos

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Hace unos años me contaba Antonio que por fin conoció a su padre. Durante años había acariciado la idea de ponerle rostro a ese gran ausente de su vida, mil veces había imaginado como sería ese encuentro, lo que se dirían y todo lo que tendrían que contarse como que a los siete años tuvo un accidente en bicicleta y que por eso renqueaba, o que a los 15 tuvo su primera novia -Laura, su vecina- y que había terminado la universidad con notas sobresalientes. Que de niño se dormía pensando en que su padre era un superhéroe que pasaba ayudando a los demás y que por eso no tenía tiempo para conocerlo. Su vieja, siempre reacia a hablar del tema, simplemente le había dicho que era un comerciante español que tenía una tienda de abarrotes en Costa Rica y que cuando le dijo que estaba embarazada, el hombre "si te vi no me acuerdo" y que al poco tiempo había regresado a Valencia. Cuando Antonio vino a España decidió que era el momento propicio así durante mucho tiempo -y con ayuda de

Volver a empezar

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Renacer. Resucitar. Reinvertarse. Resurgir. Reescribir su historia. Usted cree que tiene todo controlado, una existencia perfecta y que no le queda nada por descubrir pero de pronto la vida le da una cachetada: un accidente,  la pérdida del trabajo, la muerte de un ser querido, la bancarrota, un divorcio, una enfermedad y se da cuenta que está como al principio, a punto de comenzar y que toda esa seguridad que usted tenía era un castillo de naipes, una foto perfecta pegada con alfileres en la pizarra del Universo. Usted tiene la tentación de maldecir el destino, de compadecerse, de echarse a llorar eternamente y dejarse llevar por la tristeza o simplemente de volver a comenzar, que el cuerpo y el corazón tienen memoria y siempre saben el camino de vuelta, aunque usted no lo sepa, aunque usted no lo crea, la vida siempre se la apaña para abrirse camino, como las flores tras el crudo invierno. La vida o la muerte, usted escoge.

Ni contigo ni sin ti

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Hace unos años, con cubata en Jaime me confesaba que el amor de su vida era Mónica. Se habían conocido en sus años de estudiantes universitarios y el flechazo fue instantáneo, se amaban con locura y si de algo estaban seguros es que estaban predestinados el uno para el otro. Al poco tiempo se casaron y lejos del clásico "vivieron felices para siempre" fue el inicio de un doloroso aprendizaje y de descubrir que eran absolutamente incompatibles, que daba igual lo que hicieran siempre acababan discutiendo, no se aguantaban. Así Mónica y Jaime iniciaron una historia de idas y venidas: él en Santiago, ella en Valparaíso,  ella en Chile, él en Londres, ella en Londres, él en Madrid, él con otra, ella con otro y luego la reconciliación, el no poder estar separados, el saber que nadie podría ocupar el puesto del otro, el necesitarse mutuamente  y amarse con locura. Cuando estaban juntos la gente los miraba con envidia y admiración, era evidente que había mucha química, que eran de

El amor después del amor

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Aunque los boleros digan lo contrario no se ama solo una vez en la vida. Se ama muchas aunque de distintas maneras, claro está si uno lo permite y no se blinda para volver a recorrer el camino. Cuando perdemos a alguien creemos que con ella se va lo mejor de nosotros mismos y que nunca más la vida volverá a sonreírnos, miramos con envidia a esas parejas que parecen amarse con locura y nos sentimos marginados del banquete de la vida, pensamos una y otra vez en nuestro triste sino y que moriremos tristes y solitarios, que alguien encontrará nuestro cadáver a los seis meses, cuando alguien por fin note nuestra ausencia. Sin embargo, cuando uno va acumulando años se va dando cuenta que se puede enamorar y amar con "locura" muchas veces, tantas como uno se lo permita porque la vida fluye, se abre camino aún en las circunstancias más difíciles y el amor es parte de esas energías vitales que mueven el mundo. Eso si, no hay que esperar a vivir el amor después del amor con la mis