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"Low Cost" a ocho mil metros de altura

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Desde que comenzó la era del “bajo coste” mi vida ha cambiado radicalmente. De un zarpazo desapareció todo la magia que tenía el viajar en avión. Y es que para un paleto como yo, tenía algo de encanto eso de que te atendieran bien durante un vuelo y te dieran comida y bebida. Por más mala que fuera, por lo menos te entretenía –sobre todo en los vuelos largos- y te daba la sensación de que viajar en avión significaba algo. Ahora todo es distinto y eso se percibe desde el momento en que compras el billete y la chica del mostrador de la agencia te lee todas las “contra indicaciones” del producto con el mismo tono de voz y rapidez que lo hacen en los anuncios de medicamentos de la tele: No se admiten reservas anticipadas ni cambios en las fechas, las cancelaciones no se reembolsan, no se permiten equipajes de más de 5 kgs, los horarios están sujetos a cambios (por lo que hay que llamar la víspera),por favor presentarse con tres horas de antelación en el aeropuerto y tenga en cuenta que el

Como perder amigos en Facebook

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Hacer amigos en Facebook es lo más fácil del mundo, perderlos es todavía más fácil sobre todo cuando se olvida que al igual que en todo los marcos que implican alguna interacción social requiere que se cumplan ciertas normas mínimas que aseguren una feliz “convivencia virtual”, normas que no son muy distintas de las que se aplican en la vida cotidiana; después de todo detrás del perfil hay una persona, alguien de carne y hueso –en la mayoría de los casos- con aspiraciones, problemas y manías. Y eso es algo que no hay que olvidar si queremos tener un millón de amigos en el ciberespacio. ¿Qué cosas nos molestan en nuestro mundo virtual? Es una pregunta que suelo hacer a la gente y las respuestas suelen sorprenderme sobre todo por la coincidencia: • Que nos etiqueten en fotos en las que aparecemos. En los últimos años todos nos hemos vuelto un poco paparazzi, siempre dispuestos a captar ese momento especial para colgarlo en la red y compartirlo con amigos y desconocidos. Muy entrañ

China y mi madre

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Este año el gran acontecimiento en mi pueblo es la inauguración del Estadio Nacional construido gracias a la “desinteresada generosidad de China”, como rezan todos los comunicados oficiales. En pocos días posiblemente todo el país en pleno asistirá a tan magno evento, todos menos mi madre. No por que no pueda, como ella deja bien claro cuando en casa se saca el tema sino porque lleva años realizando un boicot unilateral y solitario contra todo lo que sea hecho en China. Ropa, electrodomésticos, adornos, domésticos en su casa no entra nada que esté hecho en China y para asegurarse que se cumple al pie de la letra su “embargo comercial” ella se encarga pacientemente de revisar las etiquetas de todo. El otro día me llamó para contarme que estaba indignada porque el Seguro Social le había mandado unas pastillas hechas en China. Apenas llegó de la clínica arrojó todos los botes al basurero para “prevenir” una intoxicación familiar. Está convencida, y no se corta en proclamarlo ante extraños

El abuelo

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Total que mi abuelo Mario se murió sin decirme nada trascendente, una frase de “esas” con las que uno encabezaría su autobiografía, en caso de ser famoso, Se fue a como pasó toda su vida: bromeando. Daba igual que estuviera en una cena formal, en un funeral o en un hospital recién operado, siempre se las ingeniaba para soltar algún chiste políticamente incorrecto que nos hiciera reventar de risa. Mi abuela tenía toda la esperanza de que en sus últimos días se formalizara y se comportara “de una vez por todas” como un venerable anciano, pero ni caso. El seguía con sus bromas de siempre, como si el final no se estuviera acercando y como si la vida no hubiera que tomársela en serio. Cuando estaba agonizando, a menudo me decía con solemnidad, “Hijito mío tengo algo muy importante que decirte” y yo, con un nudo en la garganta acercaba el oído para poder escuchar su voz casi inaudible y me decía: “resulta que había una señora con una dentadura postiza…”, el chiste me lo sabía de memoria porq

Jamón Jamón

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No falla. Siempre que en cualquier mesa de tragos comento que no como -y que no me gusta- el jamón pasa lo que pasa. Primero un silencio sepulcral, el típico de cuando alguien ha metido la pata y el público espera la rectificación inmediata, luego las miradas de espanto cuando se descubre que no se trata de una broma, a continuación el período de preguntas (“¿Qué dices? ¿Estás en tus cabales?) y finalmente el homenaje de cada uno de los comensales al mejor jamón que han probado, el de su pueblo claro está. Tengo amigos que en ese momento lloran de emoción al recordar todos los jamones de su vida, esos “que de tan buenos se deshacían en la boca”. Conclusión unánime: si alguien no come jamón es porque nunca ha probado un buen jamón y punto pelota. La verdad que soy un poco temario porque criticar el jamón en este país no solo es muestra de ignorancia absoluta sino que es considerado un insulto: después de la selección española en la final de un Mundial no hay nada que una más a los espa

Consejos

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Cada vez que la Negra, en teoría la asistenta de la casa pero en la práctica una más de la familia, contaba entre lagrimones el melodrama de su noviazgo, mi madre se enternecía y le aconsejaba durante horas. Su historia se resumía a la típica “chica ama chico pero chico ama a todas” y eso le rompía el corazón a ella que tenía el dormitorio empapelado con fotos de su galán, un tirillas pelirrojo con cara de no matar ni una mosca pero todo un don Juan a juzgar por las historias míticas que se contaban de él. Una y otra vez mi madre la aconsejaba que tuviera paciencia, que recordara que en esta vida todo se consigue a base de esfuerzo y que veces en la vida había que luchar con uñas y dientes por lo que uno quería. Ella asentía con la cabeza como niña obediente y mi vieja se daba por satisfecha, convencida de que le hacía un gran favor a la humanidad animando a una muchacha de pueblo a seguir por el buen camino del recato y a encontrar su sitio en la capital. Sin embargo todo cambió radic

Muertitos

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La primera semana de noviembre la publicación más esperada en mi pueblo no eran los diarios, ni las revistas del corazón, ni los cómics, ni siquiera los semanarios deportivos sino el especial de los muertos, un suplemento que editaba un periódico cada dos de noviembre y que no era otra cosa que una sucesión de esquelas y obituarios de todos los muertos del año o que estuvieran celebrando sus las bodas de plata o de oro en el más allá. Era el acontecimiento del mes, las ediciones se agotaban, las vecinas se lo iban pasando de en mano en mano y sustituía el Hola en consultorios y peluquerías. Si usted quería saber quien y cómo había muerto ese año, tenía que leerlo. Había muertos de todas las clases y para todos los gustos, desde el pobre al que solo le sacaban un octavo de página con su nombre y fecha de fallecimiento hasta el rico, al que le dedican página completa, foto enorme y un poema casi siempre cursi en el que la familia mostraba su dolor por pérdida tan lamentable. “Abnegado, f