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Los mejores embajadores de su marca

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¿Cuál es la mejor estrategia de social media? La que incluye a los empleados de la organización. Usted contratar al mejor experto del mundo e invertir tiempo y dinero en construir su marca en el mundo cibernético pero si no logra enganchar a sus propios trabajadores, entusiasmarlos para que sumen esfuerzo en el mundo digital a su estrategia de comunicación siempre le va a faltar algo esencial, el alma. Ahora que se lleve en el mundo de la comunicación el tono cálido y desenfadado en las redes sociales se trata de humanizar la marca, de enseñarle a nuestros clientes que da igual que seamos una gran corporación y que coticemos en bolsa: también tenemos nuestro corazoncito y eso solo podemos lograrlo si involucramos a la gente que trabaja con nosotros. Pierda el miedo a que se etiqueten en el trabajo, a que tomen fotos en las oficinas,  a que comenten  el día a día. . Establezca unas pocas normas claras sobre el uso de las redes sociales en horas de trabajo -siempre es necesar...

Construir la casa por el tejado

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 Si usted necesita un servicio ¿A donde acude en busca de información? ¿Hace una búsqueda en las páginas de Facebook o va directo a Google? Posiblemente para la mayoría de nosotros la segunda opción es la más natural: se teclea lo que estamos buscando y nos vamos directo a la página de la empresa que estamos buscando con la esperanza de encontrar toda la información que necesitamos. Probablemente en algunos casos acudamos a Facebook para buscar datos complementarios del producto o leer las reseñas de otros usuarios sobre los servicios que ofrece la empresa.  En resumen: la web sigue siendo la vitrina de su negocio u organización. Siendo una verdad tan evidente uno se pregunta si no es un poco pérdida de tiempo que tantas empresas e instituciones, grandes y pequeñas, estén invirtiendo tanto tiempo en las redes sociales descuidando por completo su web, incluso me atrevería a decir que un elevado número de negocios con presencia en las redes sociales ni siquiera tienen su...

Cariño si te quiere

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Tusa, o Tusita como la llamábamos, podría aparecer en cualquier momento y a cualquier hora del día. Daba igual si estábamos charleando en la calle luego de alguna reunión o viendo la tarde pasar, ella llegaba se plantaba frente a ti con la mirada triste y perdida y te preguntaba incesantemente : "¿Verdad que cariño no me quiere?" Ella aguardaba en silencio la respuesta que según el día que tuviéramos podría ser un "Claro que te quiere" o un simple "Si, Tusita cariño no te quiere". Con la frialdad que te dan los 20 años, reíamos un poco y seguíamos con nuestra conversación mientras ella se alejaba triste y solitaria renqueando por las calles. Poco o casi nada se sabía pero lo que todos teníamos claro era que Tusita escondía detrás de menuda figura un drama y la tristeza de quienes nunca en su vida se han sentido amados. A lo mejor un padre cruel o un gran amor que le rompió el corazón, Tusa sufría y lloraba por las calles de mi pueblo su desventura. Ha...

Guerreras

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Es fácil encontrarlas en los alrededores de los hospitales. Tienen la mirada triste en la que caben todas las melancolías del mundo pero ese desparpajo que solo tienen quienes no se sienten derrotados por la vida y presumen que un último intento a nadie le sienta mal y que con un poco de paciencia a lo mejor el sol alumbra (aunque sea un poquito). Las ves en las salas de espera, maquilladas como si fueran al encuentro de un gran amor, algunas con un pañuelo de alegres colores en la cabeza, algunas con peluca y otras calvas, si total la belleza está en el interior y lo con un poco de suerte, cuando todo termine, volverá a crecer esa melena que tanto les gustaba. A todas, esas seis letras les cambió de la noche a la mañana la vida: eso era algo que solo le pasaba a otras pero no a ellas sin embargo están ahí, tras el dolor inicial y esa tristeza profunda que solo pueden entender quienes han estado al borde de un abismo. Están ahí contra todo pronóstico, están ahí apostando por la vi...

Lúnaticos

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Nos enojamos si alguien no responde de inmediato un whatsapp o una llamada por Skype. Nos ofendemos si mandamos un mensajito por Facebook y no se nos escribe a la primera -a pesar de estar on line y de tener el "check" de visto-, y si contactamos por alguna app para lo que sea -para intercambiar libros usados, para ayudar una causa o para ligar-  y no nos hacen caso a los cinco minutos perdemos los nervios  o si mandamos un email y no recibimos respuesta en un plazo prudencial de 15 segundos ponemos al destinatario en lista negra. He oído historias de terror de parejas que se han dejado porque uno de los dos no respondió al instante un whatsapp pese a que aparecía conectado  - «a saber con quien estarías» - o porque uno de los dos ante una pregunta trascendental en el Skype no solo tardó en responder sino que en el cuadro de diálogo el iconito de estar borrando salía constantemente - «¿te costó decirlo eh?»-, o de amigos de toda la vida que se han enfadado por no coment...

Guapo

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Desde primer minuto le puse a Carlos, el ligón del hospital. No habían terminado de instalar su camilla y ya tenía un contingente de enfermeras desfilando frente a él, mirándolo con una mezcla de curiosidad, deseo y tristeza. La verdad que era guapo:  27 años recién cumplidos, 1.80 de estatura, pelo negro azabache, ojos verdes, piel blanca como el marfil. Tres meses antes su vida era como la de cualquier joven de su edad, llena de sueños y de ilusiones, una carrera, amigos, novia -la más guapa del pueblo-  hasta el fatídico día en que decidió salir a comprar pan en su moto y sin el casco puesto. Una piedra en mitad del camino, y un accidente estúpido: en coma y cuadrapléjico desde entonces. Su historia me la contó su hermano mayor quien con los ojos rojos no cesaba de regañar con ternura a Carlos "Usted si es vago, tan grandote y sigue ahí acostado. Huevón, tiene que irse despertando, que tenemos que seguir mejengueando". Me contó cabizbajo que aunque los médicos le habían ...

El oso y la muñeca

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A Dialá la conocí la vez que estuve en el hospital.  Estaba justo en la cama enfrente mío. Cuando desperté tras la operación lo primero que vi fue un oso de peluche gigante, una muñeca y una chica de unos 20 años  conectada a un respirador artificial,  que me miraba fijamente. La saludé con desgano y seguí durmiendo pensando que se trataba de un sueño, después de todo un oso y una muñeca poco tienen que ver con la sobriedad y el gesto adusto de un hospital. Horas más tarde cuando desperté la chica seguía ahí, mirando al vacío mientras una amigo de su misma edad, la peinaba y repasaba con ella su fin de semana. La verdad que como el oso y la muñeca, Dialá poco pegaba en esa sala donde estábamos cinco adultos recién operados, amargados y atontados por anestesias y medicamentos. Sonreía poco, se quejaba algunas veces y su madre siempre corría de un lado a otro intentando sonreír mientras sus ojos miraban con tristeza, "Si usted la hubiera conocido hace un año...era una muc...