La fuerza del perdón

Ese día a Tutti, uno de los mejores amigos míos de la infancia, se le ocurrió asustarme acercándome un mechero a los ojos con tan mala suerte que lo hizo de lado del ojo derecho, que es lado del que no veo con lo cual nunca lo vi acercarse y solo cuando giré la cabeza descubrí que tenía la llama casi encima del ojo. Recuerdo que salí despavorido a casa, llorando sin parar y pensando nunca más volvería a hablarle a aquel chico.

Una hora después estaba tocando a mi puerta para pedirme perdón y decirme que no había sido su intensión burlarse de mi, solo divertirse un poco, que se sentía muy apenado y que jamás lo volvería a hacer. Sobra decir que cinco minutos después estábamos jugando felices en la acera de casa como si nada hubiese pasado y negociando, como siempre lo hacíamos, que juguetes íbamos a intercambiar. Todo un chollo porque él tenía muchos juguetes que a mi me volvían loco, como un marciano verde en su nave espacial que acabó en mis manos como "ofrenda" de paz.

Fue así como ese día de 1974 fue la primera vez en mi vida -y creo que de las únicas o la única - en las que alguien me pidió perdón. Sin quererlo mi amigo me estaba dando una lección de vida, lejos de humillarse al pedirme perdón me había demostrado la grandeza de quienes son capaces de reconocer sus errores y quieren enmendarlos. Algo que tendríamos que tener más presente en esta época en donde andamos todos muy empoderados, pensando en que la creación entera nos lo debe todo y nosotros nada.

A la memoria de Arturo "Tutti" Morales, muerto por COVID el 19 de mayo del 2021. 


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