Una vieja historia

De la noche a la mañana el mundo, gracias a esta crisis económica que amenaza con extinguirnos como los dinosaurios, ha descubierto que existen los parados, esa gran masa que daría todo el dinero en el mundo por tener un trabajo digno. Uno no deja de sorprenderse como de repente los medios de comunicación se han empezado a fijar en las miradas de desesperanza que todos los días inundan las oficinas del INEM*, como si se tratase de una novedad, como si en España el paro nunca hubiese existido. A decir verdad se trata de un viejo problema, invisible para una minoría que no logra entender cómo existe gente que no trabaje “habiendo tanto por hacer en el mundo” y una realidad cotidiana para una gran masa humana que se pregunta si esta sociedad no será un poco injusta al negarles el derecho a ganarse su sustento. Frustración, rabia y desesperanza, digan lo que digan los sentimientos de un parado solo los conoce quien ha vivido esa misma situación. Y quizá ahí este la salvación: al paso que van las cosas más y más gente se sumará a ese colectivo. Más y más gente sabrá que se siente despertar cada mañana sin saber que hacer ese día, más y más gente entenderá por fin las lágrimas del parado.

*En España: Oficina de Empleo.

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