Sky Wonder


El famoso barco se ha convertido en el terror de miles de cientos de turistas que en menos de dos semanas han visto como sus vacaciones se convertían en una pesadilla por culpa de clima, negligencia del capitán, mala gestión de la compañía o simplemente por razones “desconocidas” que a estas alturas es de suponer poco importan a pasajeros que con ilusión habían invertido sus ahorros en el crucero de sus sueños. El final será previsible: la compañía hará el “mea culpa” achacando el problema a fuerzas ajenas —que es como decir que todo fue por voluntad de Dios— y se comprometerá a compensar a los viajeros en un futuro y galaxia muy lejana. Gana la casa, pierde el viajero.

La historia se repite, con más frecuencia de la que pensamos, y cada vez que ocurre me trae a la memoria otra maravilla de los cielos: Air Madrid, famosa en todo el mundo por haber dejado en tierra a más de 60 mil viajeros, incluido este servidor, sin que a la fecha haya devuelto un solo duro a los pasajeros. Mi cuenta de ahorros sigue echando de menos esos mil eurillos que pagó por un billete a Costa Rica pero los propietarios nos piden paciencia y tiempo para reunir tanta güita, mucho más del que necesitaron obreros ecuatorianos, domésticas peruanas, camareros colombianos y cientos de pasajeros para ahorrar y ver a sus familias aunque nunca lo lograron. Gana la casa, pierde el viajero.

Cierto que la filosofía del low cost ha revolucionado al turismo, abaratado precios y permitido el disfrute a más sectores de la sociedad pero da la impresión que para muchas empresas más bien ha significado una capitulación del consumidor que a cambio de pagar menos por los servicios ha renunciado a todos sus derechos y se ha convertido en solo una mercancía sujeta a los caprichos del mercado y el mercado, ya se sabe, siempre tiene la razón.

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