Los Munster
Mucho antes que se pusiera de moda ir en bicleta a todo lado, llevar cazadora a cuadros y botas amarillas Cartepillar mi viejo andaba por el mundo vestido así, yendo y viniendo en bicicleta, no por moda, sino porque como en esa época no teníamos coche era la forma más rápida y barata de moverse. La culpa de todo la tuvo la temporada que vivió en Estados Unidos, se fue a probar suerte intentando todo tipo de trabajo pero pudo más la nostalgia por mi vieja y por nosotros, sus hijos, que la necesidad de hacer dinero.
Se regresó y se trajo con él ese “look obrero”. Por aquella época cada vez que aparecía mi padre en mi cole alguien me decía, que me portara bien porque habían visto por el pasillo al señor con los “zapatotes” de Herman Munster. Mi mejor amiga en ese entonces, Magaly, aseguraba que caminaban igual, que eran “idénticos”, y que si mi papá era Herman Munster yo no era otro más que Eddie Munster y eso explicaba muchas cosas de mi. No parábamos de reírnos mientras mi viejo en la inopia absoluta, aparecía en el aula.
Con los años he llegado a la conclusión que además de los “zapatotes” mi viejo compartía con el célebre personaje su ternura y ese optimismo a prueba viento y marea para esperar siempre lo mejor de la vida y de todo el mundo.
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