Los muchachos
1958 fue un gran año para aquellos chicos. Con 17 años recién cumplidos terminaban la segundaria e iniciaban su vida en el mundo de adultos, los más pudientes se irían a estudiar a Estados Unidos, o México -que en ese entonces era lo más “Inn”- y regresarían cinco años después hechos unos profesionales, listos para brillar en los círculos más selectos de la sociedad josefina. Sin embargo, a la gran mayoría no le quedaba más remedio que hacer algunos cursos de contabilidad, taquigrafía y mecanografía en alguna de las escuelas de comercio que estaban tan de moda, y lanzarse de lleno a la vida laboral, entre ésos estaba mi viejo. En ese año esos muchachos prometieron ser amigos para siempre, mantener el contacto y, pasara lo que pasara, verse al menos una vez al año para celebrar que habían tenido la gran suerte de conocerse. Cumplieron su palabra, nunca se separaron y jamás dejaron de pasarla en grande cuando se veían como atestiguan las fotos de esos encuentros que registran cada uno ...