La hora de los novios

Por aquella época todos los enamorados de Costa Rica sintonizaban "La hora de los novios" un programa tan cursi como su nombre en el que un locutor con voz dramática leía poemas de Pablo Neruda, ponía canciones románticas horteras de Claudio Baglioni y atendía al aire llamadas de radioescuchas que entre lagrimones y voz temblorosa declaraban su amor o desamor a esa persona tan especial. Eso lo sabía muy bien Zeanne. A sus 16 años era el símbolo sexual del Instituto por su voluptuosidad, mientras otras chicas a esa edad seguían siendo niñas, era curvilínea y con una melena larga que le daba un aire absoluto de "femme fatale". Todos los chicos suspiraban por ella pero ella -según su mejor amigo- solo suspiraba por mi. Durante mucho tiempo mantuvo estoicamente su amor en secreto hasta que un día se hartó y decidió declararlo en vivo y en directo a todo el territorio nacional llamando al programa para dedicarme una balada romántica. Para la mala suerte de Zeanne yo nunca escuchaba la radio, por lo que no me di me enterado y al día siguiente cuando llegué al colegio pensé que todos estaban locos de remate porque cuando me la topé por el pasillo se puso roja como un tomate y salió corriendo y mis compañeros no paraban de cuchichear y de reírse hasta que uno me contó toda historia. Nunca le dije a ella que no había escuchado la dedicatoria pero tampoco dije nada de nada con lo cual, irónicamente, su amor murió el mismo día que lo declaró y desde ese momento dejó de hablarme para siempre.

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