Vida después de la vida


Decir que creo en la otra vida es quedarse corto porque, si de algo soy militante, es de la otra vida. Como decimos en Centroamérica, creo a lo bestia, tanto o más que los mayas, los egipcios y que algunas culturas orientales que enterraban a sus muertos con concubinas incluidas, por si acaso en la otra vida al pobre muerto le entraba un apretón y no encontraba ninguna alma caritativa que estuviera dispuesta a entregarse a los placeres terrenales.

Digamos que para mí la otra vida es un paraíso en el que todos tienen cabida y en el que cada uno vive, o mejor dicho ‘muere’, como le venga en gana, sin atavismos de ningún tipo y donde todos están divinamente. De eso tengo constancia porque como «en ocasiones veo muertos», los difuntitos de mi familiase me aparecen cada cierto tiempo en sueños para charlar y entretenerme un poco.

Para estar muertos se les ve fenomenal. Bronceados y con colorida ropa veraniega, tienen toda la pinta de estar de vacacaciones en cualquier hotel cinco estrellas. Hablar hablan hasta por los codos siempre -es lo que tiene estar muerto, que dan ganas de hablar- siempre y cuando no trate de sonsacarles nada sobre la vida después de la vida, en cuanto les pregunto algo sobre el tema simplemente se callan y me sonríen tierna y misteriosamente.


Publicado en Sí se puede

Comentarios

Entradas populares de este blog

Manos entrelazadas

La última aventura de Ruth y Arik

Coartada perfecta