Al diablo con el diablo

Francamente yo acabé hasta las narices del demonio a los seis años porque a raíz del estreno de la película "El Exorcista" el diablo comenzó a salir hasta en la sopa, en el telediario, en los periódicos, en las conversaciones de adultos y en la de los chicos, todos hablaban de posesiones demoníacas e incluso mi abuela tuvo una vecina que estaba poseída y que repartía ostias e insultos a diestra y siniestra cuando la invadía el maligno. Pasábamos el día asustados y por la noche era imposible conciliar el sueño porque veíamos la imagen de la dichosa niña, sentíamos levitar nuestras camas y escuchábamos voces siniestras que nos llamaban insistentemente, para crear ese atmósfera de terror tampoco ayudó que muchas madres comenzaran a decir que la cría del Exorcista se lo tenía bien merecidito por andar de desobediente, que si le hubiera hecho casa a sus padres y a la maestra el diablo jamás se habría fijado en ella.
Como yo era cualquier cosa menos obediente pasé meses de meses esperando a vomitar verde y a que en cualquier momento la cabeza me empezara a girar 360 grados.

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