¿Cuál es tu receta preferida?

Ninguna. Nunca he sido de recetas, como mi hermana mayor, que las anota hasta en la guía telefónica y, lo más sorprendente, las hace y le quedan de antología. Yo me declaro incapaz de hacerlo. Ella, como cree que me alimento mal, cada cierto tiempo me recomienda alguna receta, pero ni caso.

Los pocos intentos me salieron fatal y los comensales, o conejillos de indias, que tengo, son tan exigentes que cada vez que los invito tienen la cortesía de hacer ‘dinner forum’, es decir, critican salvajemente los platos, los califican y hasta hacen análisis comparativo («la última vez el arroz te quedó mejor, hoy se te pasó y además está muy soso»). Claro, la culpa la tengo yo que siempre los invito a comer "gallo pinto" (al menos así se llama en mi pueblo), que no es otra cosa que arroz blanco con alubias negras (todo muy revuelto con cebolla bien troceada y pimentón), un plato tan "de gourmet" que lo comemos diariamente en todo Centroamérica, el Caribe, Colombia y Venezuela (aunque en cada región tiene nombre distinto).

Así no extraña que los pobres la tengan contra el gallo pinto y critiquen a destajo al cocinero. Por eso estoy en una encrucijada: o cambio de plato, o cambio de comensales que, pensándolo bien, no es mala idea.

Columna publicada en Sí se puede (Madrid)

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Como cambies de comensales, te enteras... Disfrutar de uno de tus gallopintos es como ir a los toros. Uno siempre va esperando ver la gran faena de todos los tiempos. Pero los toreros, que, como los cocineros, son artistas, no siempre están inspirados.
Y, al igual que en los toros, tu gallopinto reserva a los invitados el derecho a criticar, tirar almohadillas, cortar orejas y sacarte a hombros.
Gallopinto ya!!

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