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"Low Cost" a ocho mil metros de altura

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Desde que comenzó la era del “bajo coste” mi vida ha cambiado radicalmente. De un zarpazo desapareció todo la magia que tenía el viajar en avión. Y es que para un paleto como yo, tenía algo de encanto eso de que te atendieran bien durante un vuelo y te dieran comida y bebida. Por más mala que fuera, por lo menos te entretenía –sobre todo en los vuelos largos- y te daba la sensación de que viajar en avión significaba algo. Ahora todo es distinto y eso se percibe desde el momento en que compras el billete y la chica del mostrador de la agencia te lee todas las “contra indicaciones” del producto con el mismo tono de voz y rapidez que lo hacen en los anuncios de medicamentos de la tele: No se admiten reservas anticipadas ni cambios en las fechas, las cancelaciones no se reembolsan, no se permiten equipajes de más de 5 kgs, los horarios están sujetos a cambios (por lo que hay que llamar la víspera),por favor presentarse con tres horas de antelación en el aeropuerto y tenga en cuenta que el