A propósito del Año Nuevo
La verdad es que no suelo hacerme propósitos al comienzo de año, sé que es una mala costumbre pero la culpa de todo la tiene la maestra de la escuela que cada cierto tiempo nos llamaba a la pizarra para escribir el propósito del día y como yo tenía muy mala letra, y la tengo, al final siempre decía: “Usted no, Méndez, que nadie entiende lo que escribe” y yo venga a sentarme y a resignarme. Supongo que por eso soy incapaz de marcarme un propósito para el día, la semana, el mes o el año y menos para darle seguimiento. Sin embargo en 2010 he decidido hacer una excepción y señalarme un propósito: tener un propósito en la vida. Da igual lo que sea, coleccionar búhos de cerámica, ahorrar más, adelgazar, ser el más guapo del barrio…con la edad he comprendido que no se puede ir por la vida al tan tan, que hay que tener claro el rumbo, “saber dónde se va y lo que se quiere”, como dicen los slogans publicitarios, "ser un hombre del sigloXXI que no teme a las decisiones". Y como de sol