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martes, 14 de mayo de 2013
¡ Que viene la Reina !

viernes, 11 de marzo de 2011
China y mi madre

Ropa, electrodomésticos, adornos, domésticos en su casa no entra nada que esté hecho en China y para asegurarse que se cumple al pie de la letra su “embargo comercial” ella se encarga pacientemente de revisar las etiquetas de todo. El otro día me llamó para contarme que estaba indignada porque el Seguro Social le había mandado unas pastillas hechas en China. Apenas llegó de la clínica arrojó todos los botes al basurero para “prevenir” una intoxicación familiar. Está convencida, y no se corta en proclamarlo ante extraños y desconocidos, que todo lo que está hecho en ese país es de mala calidad y de procedencia dudosa que con “gobiernos así, que hacen lo que les da la gana con los derechos humanos, nunca se sabe”, así resume brevemente su posición frente al gigante asiático.
Así que me la imagino el día de la inauguración del nuevo Estadio Nacional, construido gracias a la “desinteresada generosidad de China”, sentada frente a la tele esperando a que la gramilla de la cancha de pronto se despegue, a que una puerta se quede atascada o que alguien comente que los grifos del baño no funcionan para decir con satisfacción, “¡Ya lo sabía!”
miércoles, 20 de octubre de 2010
El filósofo

*Vigorón: Plato típico de Nicaragua.
*Tico: Nacido en Costa Rica.
martes, 24 de agosto de 2010
Unos dientes para Miguelito

Así fue como conocimos a Miguelito, camarero y cantante. Venti y pocos años, mirada triste, delgadísimo, traje de charro desteñido -y probablemente de segunda mano- y un vozarrón que contrastaba con su apariencia de niño abandonado. Como todo buen cantante y con la ayuda del karaoke, que con la crisis no alcanza para un mariachi, se dedicó toda la noche a complacer al público con boleros de siempre, rancheras y alguna cumbia por si alguno se animaba a bailar.
Finalizada su actuación y tras agradecer el apoyo del estimable público, el dueño de aquella cantina agradeció la participación de Miguelito, camarero y cantante, y anunció que el artista pasaría por las mesas para recoger una “ayudita” y de paso, vender números para una rifa cuyos fondos serían dedicados a una noble causa: comprarse una dentadura postiza. Así que en medio de las risas incrédulas del público, Miguelito inició su periplo sonriéndole a todos los asistentes y enseñando sus encías sin ningún pudor. No se sabe si por accidente, por descuido o por pobreza había perdido todos sus dientes delanteros pero él estaba más que dispuesto a recuperarlos cantando noche tras noche en un humilde bar.
*En Costa Rica, la “última” copa antes de marcharse.
domingo, 27 de julio de 2008
Mi sueño olímpico

La culpa de todo la tienen mis nulas habilidades deportivas y un curso de protocolo que recibí hace años, cuyo tema era cómo organizar unas olimpiadas. Durante una semana, como quien descubre las claves del bricolaje, un afamado diplomático nos explicó todos los detallitos que teníamos que tomar en cuenta para hacer unos juegos olímpicos alucinantes.
Una maravilla si no fuera porque entre sus alumnos, además de los flamantes estudiantes europeos, estábamos los becados por el gobierno español, chavales que veníamos de Centroamérica, de África Central y de paisitos que ni siquiera están en el mapa, que estábamos flipados pensando en que, para organizar unas olimpiadas en nuestros pueblos, más que dinero harían falta milagros.
En mi caso, eché cuentas y descubrí, por ejemplo, que tendríamos que establecer turnos para inauguración y la clausura porque entre delegaciones, invitados, amigos y familiares nadie cabría en el estadio más grande de la capital, y las villas olímpicas tendrían que situarse en mitad de la selva a tan sólo cinco horas de la ciudad, aunque con el caos del tráfico de nuestras calles serían ocho. Aun así, confieso que mi sueño olímpico es organizar unas olimpiadas en mi pueblo.
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