Como soy un sinvergüenza no me da pena admitir que no recuerdo cuándo fue la última vez que hice algo bueno.En realidad es que soy malo malísimo y tengo vocación de villano. Es decir, que hacer el bien se me da fatal, pero la culpa no es mía, sino de la creencia popular de mi pueblo de que la gente buena vive poco, porque el Creador los llama pronto a su lado, y sólo vienen a este «valle de lágrimas» a sufrir y a ganarse el cielo a base de penalidades.
Yo, como un día decidí que quiero vivir hasta los 150 años, pasármelo pipa en el más acá y no en el más allá, me tengo terminantemente prohibido hacer cualquier obra de caridad, no vaya a ser que me muera de puritica bondad, me hagan santo súbito, la gente se dispute mis huesos y me hagan estatuas en las que quedaría fatal, porque nunca he sido fotogénico, y menos escultórico, y posiblemente frente a mi imagen el mundo entero no sabría si rezar o descojonarse de risa. Y como antes muerto que sencillo, me la paso sembrando el mal, haciéndole la vida imposible a los demás y siendo peor persona cada día.
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jueves, 18 de julio de 2013
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