Llegó el verano, échate
a temblar, las grandes decisiones del año se toman en esta época. Es lo que
tiene el calorcito, que aunque pareciera que nos atonta en el fondo nos tiene
muy despiertos y como estamos de relax, con mojito en mano y el mar enfrente
libramos nuestros sentidos, nos relajamos y llegamos a la triste conclusión que
la vida que llevamos no nos gusta. El trabajo es una pesadilla, nuestros
compañeros son inaguantables y seguimos sin sentirnos realizados, la casa en la
que vivimos necesita reforma urgente, estamos demasiado fofos -tenemos que
apuntarnos a un gimnasio YA- y nuestro
matrimonio hace mucho que hace aguas, estamos malgastando el tiempo con una
pareja que ni fu ni fa cuando el mundo está lleno de gente más interesante. Las
portadas de otoño son un poema al desamor y las reuniones de empresa post vacaciones
casi siempre anuncian tragedias en aras de la "optimización" de
recursos que pensó el jefe durante sus vacaciones mientras tomaba el sol en el
Caribe. La culpa de todo la tiene el maldito verano...
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domingo, 23 de julio de 2017
sábado, 7 de febrero de 2009
¡Que "viva" el invierno !

Y es que el invierno en época de crisis viene fenomenal al bolsillo, el frío es la excusa perfecta para no gastar, para posponer todos esos compromisos sociales que nos dan tanta grima y a los que si hiciera buen tiempo nos veríamos obligados a asistir pero “como hace frío” podemos evadir tranquilamente.
No salir en verano es considerado un sacrilegio pero en invierno está bien visto. Como si fuera poco el frío favorece la monogamia y la castidad que con estas temperaturas, y lo cara que sale la calefacción, no es plan ponerse sensual con lo cual la concupiscencia queda relegada a la tiempos más cálidos. Sobra decir que a estas alturas ya estoy deseando que llegue la primavera.
sábado, 27 de septiembre de 2008
Adiós verano, hola otoño

Pasado algún tiempo, tantas pieles bronceadas, tanto ir y venir de gente con maletas yendo a ninguna parte y a todas partes, tanto gozo exultante a mi alrededor empieza a parecerme un poco hortera y acabo por agobiarme, así que cuento los días para que llegue el sosiego del elegante otoño que todo lo pone en su sitio, que me permite salir de casa sin toparme con las terrazas y ver la tele sin escuchar la canción del verano y al presentador insistiéndome en que a pesar de los 40º de temperatura hay que ser irremediablemente feliz.
Y como todo el mundo habla de la depresión otoñal, sólo por llevar la contraria me pongo otoñalmente feliz, con ganas de bailar cuando el tiempo refresca y los días se acortan. Lo mismo me pasa con la Navidad, tanto insistirme en la felicidad, que termino de mal humor. Menos mal que luego llega Semana Santa, y como en esa época estar de buen humor es pecado, soy feliz como nunca.
lunes, 30 de junio de 2008
Las terrazas atacan de nuevo

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