El otro día me contaba un amigo que nunca se imaginó la clase de cosas que la gente buena era capaz de decir hasta que se murió su madre. Había decidido no doblegarse ante la pena y enfrentar el momento con filosofía, después de todo su vieja había tenido una vida plena, había amado a sus hijos y ellos sencillamente la adoraban por lo que desde su óptica no se merecía un funeral lúgubre. “Es una pérdida irreparable, vas a ver como toda tu vida las vas a echar de menos”, “¡ Pobrecito mío ¡¡Que solo te has quedado en el mundo” eran algunas de las perlas más light que entre lagrimones le soltaban sus piadosos vecinos mientras él trataba de consolarlos.
Algo similar le pasó a otra amiga. Estaba internada en el hospital, recién operada de la matriz y tratando de poner al “mal tiempo buena cara” sobre todo después de que el médico le advirtiera que nunca podría quedar embarazada. Para animarla, que ya se sabe que para eso están los “buenos" amigos, una colega de curro lo primero que hizo fue felicitarla “¿Te imaginas? ¡Ya puedes olvidarte del rollo de la planificación familiar!” La pobre cuenta que si no hubiera estado entubada y atontada por la anestesia viviría hoy en la cárcel acusada de feminicidio.
Anécdotas del estilo las he tenido muy presentes en los últimos meses. Como uno está en paro se ve que la gente se agobia, se inquieta y algunas veces para demostrarte su incondicional apoyo llegan a decirte verdaderas atrocidades como la que me soltó una conocida sobre lo bien que estábamos todos los parados de España sin hacer nada, “¡Me dais una envidia!”. Otros te inundan de consejos sobre cómo escribir CV, comportarte en entrevistas y te envían cuanta oferta de trabajo pase por sus manos sea de lo que sea. Por ejemplo, el otro día un amigo con el firme propósito de ayudar –como él bien señaló- me envió una que a su juicio cuadraba perfectamente con mi perfil y mis estudios académicos: la de equilibrista en el Circo de Sol. De no ser porque me amigo es poco dado a las bromas, había pensado que se trataba de un chiste metafórico pero no, estaba hablando muy en serio.
Como dicen en mi pueblo, calladitos más bonitos.
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jueves, 22 de septiembre de 2011
miércoles, 30 de marzo de 2011
Paréntesis

Conforme pasan los días, al alivio inicial del “qué bueno que me libré de tantos marrones” sigue la sensación de que hay algo que no encaja y que no está bien eso de estar en casa cuando todo el mundo trabaja a destajo. Uno empieza a preguntarse si habrá hecho algo mal en su historia personal, si se esforzó lo suficiente o si acaso debería haber sido más simpático con los jefes para que se lo pensaran dos veces antes de darte el finiquito.
Pasado un tiempo, a la culpabilidad se le suma esa sensación de que hay que reinventarse como sea y a cualquier precio. El otro día me decía un amigo, parado de larga duración, que no había día en el que no pensara en iniciar un negocio, en dedicarse a las cosas más inverosímiles o en emigrar a un país lejano y ser uno de esos españoles que salen radiantes por la tele contando que se dan la gran vida vendiendo artesanías en Fiji o dando clases de español en Ulam Bator. El problema es el de siempre, que al final, no se sabe si por optimista o masoquista, la mayoría decidimos quedarnos donde estamos, con la esperanza de que tarde o temprano la crisis económica terminará y que eso que llaman nómina volverá a ser algo tan cotidiano como la vida misma.
lunes, 2 de agosto de 2010
Una vieja historia

*En España: Oficina de Empleo.
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