El momento más escalofriante llegó cuando tenía que bajarme porque el señor se bajó también y empezó a caminar detrás mío dando voces, en un pueblo perdido de Medio Oriente y con la calle vacía eso no presagia nada bueno y más bien parece una escena de "Chuky en Tierra Santa". Salí huyendo despavorido por la calle, dando alaridos, llegué al edificio casi sin respirar, subí al apartamento y puse todos los cerrojos. Al día siguiente cuando abrí la puerta me encontré al señor limpiando el pasillo: era el nuevo conserje y probablemente lo que quería la noche anterior es que lo ayudara a cargar la caja que traía.
El loco de turno fui yo.
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