lunes, 10 de mayo de 2021

Las amigas de mi madre

 

Se llamaban Maureen, Lidiette, Elsie, Delia, Marielos, Argelis, Ani, Marta y todas tenían en común que eran amigas de mi madre. Algunas no se concieron  entre ellas pero mi vieja siempre se alegraba de verlas, de que irrumpieran en su rutina para tomarse un cafecito y contar las últimas novedades del barrio. Si coincidían más de dos en la casa, se armaba una especie de mini fiesta en la que historias de pequeñas tragedias familiares se entremezclaban con chistes picantes, intercambios de recetas,  consejos para las plantas y por supuesto, con la degustación de algún licorcito que alguna hubiese traído de casa. A mi me encantaban porque hacían reír a mi vieja y cuando ella reía se reía la vida y yo me ponía contento pensando en que valía la pena hacerse adulto si a pesar del montón de problemas que muchas de ellas tenían -había visto llorar a alguna más de una vez- había un rinconcito para alegría, para la esperanza.

miércoles, 14 de abril de 2021

Retiro Espiritual

La suerte quiso que en ese retiro espiritual al que asistíamos un variopinto grupo de personas, la risueña novicia se sentara frente a mi a la hora de almozar. Minutos antes los organizadores nos habían pedido que hiciéramos "ayuno de palabras" para que pudiéramos sentir el influjo divino en la paz y quietud del silencio, reconectarnos con las fuerzas del universo en todo momento.

 La suerte quiso que me sentara precisamente en la silla que tenía las patas flojas, algo de lo que me percaté a los cinco minutos pero por no romper la magia del momento, esa atmósfera de reflexión que se había creado en ese salón en el que estábamos treinta almas, decidí no pararme y salir a buscar otra. Con un poco de suerte si me quedaba quieto, haciendo movimientos mínimos, nada pasaría pero mis cálculos erraron porque conforme pasaba el tiempo las patas comenzaban a ceder y a ceder hasta hacer crack y terminar yo en el suelo, rodeado de las carcajadas de la futura monja y de todos los comensales mientras yo lloraba de risa.

 La suerte quiso que al día siguiente y después de un sin fin de sermones sobre la necesidad de ser discreto cuando nos pasan cosas así y con la firme voluntad de cumplir las normas del  Retiro y no decir ni "pio", me sentara de nuevo enfrente de la novicia que con timidez me sonrió. De nuevo silencio total en la sala, yo comiendo con la vista fija en el plato, sin volver a ver a nadie y sintiéndome culpable de haber echado a perder la comida de ayer.

Estoy pensando en eso cuando  "descubro" que cuando la gente come hace ruidos muy extraños, unos sorben la sopa rítmicamente, otros mastican como conejos...me empieza a entrar la risa tonta cuando vuelvo a ver a la hermana está con cara de horrorizada, moviendo la cabeza en gesto de un "no" de súplica...cinco minutos después me doy cuenta que los dos estamos aguantando la risa, las lágrimas se nos salen...hasta que ella ya no puede más, estalla en una carcajada, sale de salón con el plato a toda prisa, diciendo que soy el mismo diablo...de nuevo el jolgorio reina en el comedor.

La novicia pasó evitándome el resto del retiro y el último día para darme ánimo me dijo que no tenía que sentirme mal por ser "así" y por las cosas que me pasaban, "a la gente como nosotros siempre nos pasan cosas así, hace unos años en un campamento del convento el velo se me incendió y tuve que salir echando humo y dando alaridos por todo lado buscando agua..y nadie me echó, ni me dijo nada, así que solidaridad total y mucho ánimo mijito".

martes, 13 de abril de 2021

Felicidad a plazos

 

Desde el Lunes, Doña Haydeé, es decir mi madre, anunció a bombo y platillo que ya era hora de estrenar juego de comedor, que estaba cansada de ver el mismo casi desde el día de su boda y que le habían recomendado una tienda que tenía muebles preciosos y lo mejor de todo, los vendían a plazos, a paguitos como se dice en mi pueblo y que en ese entonces era un sistema "mágico" que al menos en casa nos permitía llevar una vida más que digna: ropa, electrodomésticos, bicicletas, cosméticos hasta el pan de desayuno...a decir verdad en nuestro hogar no había nada que se hubiese comprado al contado.

Así que el sábado me tocó a acompañar a mi vieja a la mueblería. Fuimos en bus, que ni para taxi alcanzaba, y desde que entró se fijó en un juego de comedor enorme, de madera fina y sillas tapizadas verde musgo que le pareció el colmo de la elegancia. ¡Qué diseño de mesa! ¡Qué comodidad de sillas! -decía mientras se sentaba una y otra vez-¡Qué trinchante, finísimo! Se salía un poco de presupuesto pero valía la pena...en dos años se pagaba la deuda y listo, "total que mientras haya trabajo, la plata no es problema".

La llegada de los muebles fue todo un acontecimiento, durante una semana tuvimos un desfile de familiares y amigos que venían a admirar el buen gusto de mi madre. Para ser honesto el juego de comedor era bastante grande y poco lucía en nuestra casa pero mi vieja estaba encantada tanto que fue la peluquería, se puso su vestido de fiesta y le pidió a mi padre que la fotografiara triunfal con los muebles nuevos. 

Para ella esos muebles eran una especie de trofeo, tras un período de crisis económica y familiar, de líos judiciales eternos y de inestabilidad laboral por fin podía darse ese pequeño lujo, como señal que -y así fue- comenzaban tiempos mejores, un premio a su resilencia y a sus ganas de echar siempre adelante pasara lo que la pasara.  Por fin a mi vieja la vida, a plazos, le sonreía. 


viernes, 9 de abril de 2021

Pic-Nic

Aquel día de verano yo estaba disgustado. Había planeado llevar a mi padre a Cercedilla, para que viera el paisaje de la Sierra madrileña pero tras bajarnos en el destino final no hubo forma de encontrar la ruta adecuada así que acabamos perdidos en una urbanización y sin más remedio que sentarnos en el primer descampado que encontramos a comernos un bocata de queso y brindar con una lata de cerveza que habíamos comprado en un chino porque por más que buscamos en nuestros bolsillos no nos alcanzaba para entrar en un restaurante y probar uno de esos menús que nos habían hecho la boca agua cuando pasamos por el centro del pueblo. 

 No recuerdo de que hablaríamos esa vez, seguro de lo siempre, de la infancia de mi viejo, de sus primos y amigos y de paso nos contaríamos alguna anécdota divertida de las que tanto nos hacían reír. Desde mi punto de vista el paseo había sido un completo fracaso porque nada había pasado como lo había planeado...desde el punto de vista de él fue un día maravilloso y durante muchos años pasó diciendo que había sido el mejor pic-nic de su vida porque el bocata estaba delicioso -y esa cerveza en un día de calor le supo a gloria-, porque habíamos pasado riéndonos todo el camino de vuelta -a pesar de casi perdemos el último tren-, porque había estado conmigo -"y con usted se vacila mucho"-, y para colmo con lo que nos sobró nos alcanzó para tomarnos una cerveza en el bar de abajo de casa. "¡Imposible pedir más!".

martes, 30 de marzo de 2021

Pequeñas alegrías

Tras un año tan turbulento como el 2020, en el que todo mi mundo acabó de cabeza -como para mucha gente-  dejé de pasarme la vida esperando grandes cosas como un trabajo fijo que POR FIN terminara esta inestabilidad laboral eterna, una gran historia de amor que pusiera fin a mi empedernida soledad, un golpe de suerte en la lotería para comprarme la casa de mis sueños.
Digamos que ahora vivo -e intento ser feliz- con minúsculas alegrías, que como perlas preciosas atesoro para contarlas a la hora de dormir para sentirme un hombre afortunado: un meme que me hizo reír mucho, la copa de vino que me tomé y me supo a gloria, ese árbol floreciendo que ví de camino a casa y que me hizo recordar que la primavera sabe que siempre la espero en Madrid, esa canción que me puso la piel de gallina, las llamadas de mis hermanas para saber cómo me va la vida, el verme en el espejo y saber que a pesar de todo sigo aquí.
En fin, que como mendigo de la vida, ahora vivo de modestas (minúsculas) alegrías.

miércoles, 10 de marzo de 2021

Marzo de 1981

 

Mi vida cambió abruptamente aquel marzo de 1981. Tras dos años de estar en un colegio donde no te escupían por ahorrar saliva pero te hacían la vida imposible por no ser lo suficientemente rudo, por fin mis padres escucharon mis súplicas y amenazas y decidieron cambiarme de instituto y con ello transformar por completo el mundo que había conocido hasta entonces. 

Era como un sueño estar en un lugar donde nadie se pasaba el día discutiendo quien era el alfa macho quinceañero de cuarta, donde los profesores llegaban en vaqueros y te trataban de tú a tú y un lugar donde uno gustaba, especialmente a las compañeras sobre todo Zeanne, que con su larga melena castaña y su cuerpo curvilíneo era oficialmente el sex symbol del Cole.

Nadie podía entender que tuviera su cuaderno con corazones llenos de ZyG, y mucho menos que rechazara a todos los galanes que a menudo le declaraban su amor por estar detrás de un firuliche miope y torpe como yo. Fue con ella la primera vez en mi vida que fui a un baile y nada menos que en la Facultad de Ciencias Económicas, toda una hazaña cuando tienes 16 años y te ha costado un mundo que tus padres te den permiso. 

Ese día, bailando con ella abrazada a mi -yo francamente no sabía como agarrarla- descubrí la importancia de resistir y de esperar tiempos mejores, mientras mis excompañeros de cole seguramente seguirían enfrascados en sus discusiones sobre virilidad y fútbol, ahí estaba yo a la luz de la luna, bailando una balada romántica...iniciando los mejores años de mi vida.


miércoles, 3 de marzo de 2021

Tristeza nacional

En octubre del 2017 el Gobierno de Costa Rica decretó tres días de Duelo Nacional por las ocho víctimas que dejó la tormenta Nate en el país. Al 3 de marzoo del 2021 llevábamos 2820 muertos por COVID-19 y la Administración Alvarado sigue sin querer decretarlo, como hemos venido pidiendo un grupo de familiares de víctimas de la pandemia a través de la plataforma Change.org desde noviembre del año pasado. 

 Al parecer Casa Presidencial está a la espera de hacerlo cuando se dé por terminada y controlada la pandemia dentro de muchos, muchos meses. Es decir, nuestros muertos pueden esperar, lo que no ha pasado en otros países como España, en donde en mayo del 2020 se declararon dos semanas de Luto Nacional por las Muertes del COVID 19 al final de la primera ola. En Costa Rica preferimos esperarnos, dejar que todo pase. 

Una triste noticia para quienes desde hace meses venimos insistiendo en la necesidad que pronto se declare al menos un día en el que los que perdimos a un ser querido por la pandemia podamos rendirle ese homenaje, la despedida que nunca tuvieron quienes murieron en soledad, una fecha que permita además reconocer el gran trabajo que ha venido realizando todo el personal médico, atendiendo y cuidando por nosotros a nuestros familiares y amigos. En otros países se les ha aplaudido, en Costa Rica seguimos a la espera que todo pase. 

 Postergar ese homenaje, dejarlo para más adelante, es además desperdiciar la oportunidad de lanzar a la población un poderoso mensaje de que algo está pasando AQUÍ y AHORA, y que tenemos que aunar esfuerzos para salir airosos de este desafío mundial. En un año o más -cuando todo pase- ese mensaje no tendrá mucho sentido y a muchos, lamentablemente, parecerá una historia lejana. 

 Postergarlo además, es una muestra de miopía política: sería una lástima que como estamos en año pre-electoral, la iniciativa se pospusiera tanto que el que terminara declarando el Duelo por las Víctimas del COVID fuera un gobierno distinto al que ha enfrentado la pandemia. Por nada del mundo, el equipo de don Carlos Alvarado debería permitirlo, sería un fracaso político en toda regla. 

 La ocasión propicia habría sido este mes de marzo cuando se cumple un año del primer caso por COVID en nuestro país, además el Gobierno no tendría que hacer ningún despliegue extraordinario,simplemente hacer lo que tiene planeado para ese día pero bajo la declaración de Duelo Nacional.  Sería una forma sencilla de aliviar el dolor de quienes lloramos la partida de algún ser querido, de decirnos que la Patria oficialmente y con toda la dignidad del caso, comprende nuestro dolor, que nos abraza y nos consuela, y de darle la oportunidad a la sociedad nacional de detenerse y pensar en cómo nos ha cambiado a todos esta crisis y los desafíos que tendremos que enfrentar en el mundo post-covid.

¡Pobre don Edgar!

Durante muchos años a la persona que más lástima le tuve fue a don Edgar, mi profesor de música durante la Primaria. No sé por qué me daba t...