MIS MEMORIAS
LUIS GUILLERO MENDEZ BOLAÑOS
Miembro del BENEMERITO CUERPO DE BOMBEROS DE COSTA RICA, como BOMBERO VOLUNTARIO, desde Junio de 1957 hasta Febrero de 1978. Pero antes estuve como “Aspirante” a voluntario en la Sub-Estación de Barrio Luján bajo el mando del Capitán José Luis Monestel y del Teniente Franklin Meléndez para luego pasarme a la ESTACION CENTRAL en donde recibí el “Alta” como voluntario bajo las órdenes del Capitán José Ramón Zúñiga. Luego fui trasladado a la COMANDANCIA DE BOMBEROS VOLUNTARIOS al mando del Mayor Miguel Yamuni y Asignado a la Dirección de Servicios Técnicos, donde estuve por espacio de veinte y medio años, para luego retirarme del servicio activo con el grado de Teniente, para ese entonces el Primer Comandante era el Mayor Alvaro Escalante Montealegre.
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Domingo 13 de
abril de 1958
"Haydée: Siempre
esperando a que un timbrazo de alarma
ponga a correr
esta desnutrida persona.te dedico con mucho
cariño y aprecio
para tí esta foto. Luis Gmo"
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Durante mi permanencia en Bomberos Voluntarios tuve participación en muchos y peligrosos incendios, en uno de los cuales (Iglesia vieja de Calle Blancos) sufrí quemaduras en ambas manos (siendo la más perjudicada mi mano izquierda) de las que aún tengo las cicatrices que las he considerado con mi mejor condecoración por mis servicios prestados a esta Institución y desde luego a la comunidad. Ese día (4 de octubre de 1958), formaba parte de los tripulantes de la Máquina o Bomba número 08 y fuimos los primeros en llegar al lugar del incendio.
Mi hijo menor, residente en España me dedicó el siguiente artículo en su blog :
“Valiente y un poco loco” explica mi madre que nunca estuvo muy convencida que mi padre dedicara su tiempo libre a un pasatiempo tan peligroso mientras que los maridos se sus amigas dedicaban el tiempo libre a ver la tele, a lavar el coche o hacer bricolaje. Era ilógico pero acabó por acostumbrarse a ver a mi padre saliendo a horas intempestivas, a las largas esperas y las llegadas felices con el traje oliendo a humo, el casco chamuscado y el brillo en los ojos de quien ha cumplido con su deber. Mi madre resignada, él encantado y yo más: tenía un padre que no era como los demás, que no me daba la tabarra con el fútbol y encima me dejaba jugar con su casco de bombero.
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Mi viejo, con mi abuelo y uno de sus hermanos, (circa 1957) |
Sin embargo reconoce que lo mejor de esos años fue conocer a mi madre que trabajaba en la farmacia al lado de la Estación Central de Bomberos. Fue verla pasar un día para descubrir otra clase de fuego que aún hoy casi cincuenta años después sigue vivo, “¿Quién lo iba a decir? Cuenta mi padre ,Yo sentado en la banca de la estación esperando un incendio o alguna calamidad, y me encontré a tu madre”, dice con picardía.
Actualmente a sus 75 años de edad, cada vez que escucha las sirenas de los Camiones de Bomberos se pone en estado de ALERTA, listo para seguir sirviendo a tan Noble y Abnegada Institución, pero el peso de sus años no le permiten salir corriendo como antes y ponerse a colaborar con sus compañeros de siempre...
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